Aurora 3

Siempre que hablamos de cultura, habitualmente, la relacionamos con un título universitario, un diploma, una certificación que una persona obtiene, después del tiempo necesario y superadas las pruebas establecidas para ello. Pero el término cultura también es aplicable al conjunto de tradiciones, costumbres y conocimientos de un pueblo, de una sociedad. Y de esa cultura es de la que yo quiero hablar, de aquella que no se obtiene con ninguna acreditación académica, pero, se manifiesta en las acciones diarias. De aquella, no exenta de fallos, pero cimentada con valores y respeto a todo cuanto nos rodea, y por supuesto, entre sus congéneres.

Este, es un fragmento de la historia cultural de un pueblo, a los que se les consideró primitivos. Sin embargo, fueron un ejemplo de convivencia con su hábitat y su comunidad. Una sociedad de recolectores y de cazadores, cuya filosofía de vida es la que las «sociedades civilizadas» considera como una utopía inadmisible de aplicar en nuestras colectividades, pese a que sobrevivieron en una de las zonas más inhóspitas del planeta durante miles de años; el Ártico, siguiendo ese modelo cultural de sociedad.

Mapa satélite del Ártico.
Mapa satélite del Ártico.

 

Un pueblo que emigró a través del estrecho de Bering desde Siberia hasta la Norteamérica Ártica y habitó en la tundra del norte de Alaska, Canadá y Groenlandia, hasta que a finales de los años 60, se estipuló que debían vivir en las ciudades. Actualmente, se calcula que siguen habitando en las tundras cerca de 100.000 personas, conservando parte de su filosofía y costumbres, ellos son los:

IÑUPIAT / INUIT

(La gente)

Mujer Inuit 1907
Mujer Inuit 1907

 

Si le preguntas a cualquier nativo Iñupiat sobre que hay más allá de la muerte, la respuesta que obtendrás será tajante: ¡no lo sé!. Pero a cambio, te ofrecerá una explicación sobre lo que ellos creen al respecto.

Para este pueblo, los humanos tienen un ciclo de vida semejante al de las plantas. Anualmente las plantas nacen de otra planta que es la planta madre. Desde ese preciso instante, comienzan a desarrollarse gracias a la nutrición. Cuando alcanzan su madurez se reproducen. Y en la etapa final de su ciclo vital: mueren. Al año siguiente vuelve a repetirse dicho ciclo.

Los Iñupiat, tienen la creencia, de que todos los humanos reviven y se restablecen con el tiempo, como las plantas. El «timi», que es como ellos denominan a nuestro cuerpo, después de que fallece, regresaría a la «nuna» – a nuestra Tierra -, provisto de un «atiq», que es un nombre propio, transmitido de generación en generación.

Siempre y cuando alguien recuerde su nombre, el espíritu de esa persona no desaparecerá. Por ello, si el nombre pasa a un nuevo niño, parte de los recuerdos asociados con ese nombre quedaran conservados, permitiéndole renacer de nuevo.

Mujer 1907 1
Mujer Inuit 1907

Un credo, que posee semejanza con la creencia de la reencarnación, presente en la mayoría de las religiones orientales, pero con ciertos matices que la diferencia. Los Iñupiat, no hablan en ningún momento de evolución cuando la persona resurge. Ni de juicios, infiernos o paraísos como en otros dogmas occidentales. La clave de todo, según los Iñupiat, reside en «Sila».
Sila, es cualquier cosa desde la Tierra hasta la Luna, el Sol, las estrellas. Es también el clima, la atmósfera. Es una forma de saber que estamos conectados con todo. Tienen la convicción de que coexiste un vínculo especial entre la naturaleza, los animales y los humanos. Todo ello posible siempre que se genere amor y respeto por esos tres elementos que componen dicho vínculo. Esos valores, para los Iñupiat, son los primordiales para vivir. Cuando ellos buscan comida para su comunidad, eligen con cuidado a la presa, evitando que sea hembra, consideran sagrado protegerla por lo que representa como fuente de vida, no cazan nada más que lo necesario para subsistir. Igual que hacen al recolectar.

Sila, según los Iñupiat, es espiritual, y los seres humanos, los animales, están relacionados con ella a través de su alma. En Sila, cohabitan, lo que los Iñupiat denominan: espíritus auxiliadores. La labor de estos espíritus es protegernos de adversidades imprevisibles. El vínculo establecido hace posible esta intervención. Aparecen en dichas situaciones, adoptando una forma humana o animal, dependiendo de las circunstancias, para ofrecernos la ayuda necesaria.

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Los Iñupiat, mediante las narraciones de historias, transmiten sus conocimientos y valores a las nuevas generaciones. Las historias suelen estar inspiradas en experiencias personales y en sus tradiciones populares. El narrador se esfuerza en escenificar la historia, enfatizando determinados pasajes, para provocar emociones y conseguir captar la atención, creando a su vez un sentimiento de colectividad.
Compartir con los demás, sentirse conectados con la Tierra, con nuestra espiritualidad, el respeto a todo lo que nos envuelve, visible o invisible, configura un modelo de sociedad sostenible, sin perjudicar excesivamente al mundo del que dependemos.

«La Tierra provee al ser humano de todo lo necesario para subsistir. – Dicen los Iñupiat -, sólo cazamos para alimentar a nuestro pueblo, para elaborar vestimentas y poder soportar el crudo invierno.continúan explicandoPara nosotros, los animales son nuestros iguales, y tenemos mucho que aprender de ellos. Todos los animales poseen una apariencia humana, utilizándola, únicamente, cuando necesitan comunicarnos algo.«

Estos valores integradores que los Iñupiat tienen con el mundo que habitamos les lleva a una conclusión: todo en el planeta está vivo y tiene una conciencia digna de respeto. Una regla que nunca se ha de romper.

Oso Polar y Zorro Ártico
Oso Polar y Zorro Ártico

 

En el mundo actual, la caza que se practica tiene finalidades lucrativas. La naturaleza es invadida despiadadamente por el hombre con el objetivo de privatizarla para el lucro de una élite. El agua, está en manos de corporaciones que obtienen cuantiosos beneficios por un bien que debería ser un derecho para todos, y podría continuar con una larga lista, pero no es ese mi objetivo.

En este artículo, mi intención es transmitir una parte de la filosofía cultural de ese pueblo. Como si fuera uno de aquellos narradores Iñupiat. Un conocimiento que obtuve de una manera «casual», cuando mi hijo jugaba a un videojuego, distinto a los que suele jugar, llamado: Never Alone (Nunca Solo), su autor: Kisima Innitchuna. El título me llamó la atención. Me interesó que intercalara relatos, según avanzaba en la historia, narrando la vida y costumbres de una sociedad: los Iñupiat. Me senté a su lado y resultó una experiencia muy interesante. Conocí la historia de esa sociedad de la que, sinceramente, no sabía nada. Y comprendí el por qué de ese título. Luego, decidí que era interesante y necesario compartir con todos vosotros/as.

Muchos aspectos culturales y filosóficos de los Iñupiat, se han quedado en el tintero digital, posiblemente, en otros artículos, desarrolle dichos aspectos. Son muy interesantes.

Mi Conclusión…

¿Se trata de renunciar a nuestra cultura y sustituirla por otra? ¿Desistir de nuestros avances tecnológicos o modo de vida social y volver a la naturaleza? No. Se trata de contemplar que existen otros modelos de vida alternativos y que pueden ser complementarios con el nuestro. Estamos tan manipulados, que creemos que la solución a nuestros problemas está en emplear el mismo sistema, causante de nuestra situación actual, rechazando otras opciones. Si el modelo creado o una parte de este no funcionan, cambiémoslo. Sí, lo sé, una palabra que produce pánico: cambiar.

No podemos adoptar una postura de negación, pero, tampoco una de sumisión. Una vez más aludimos al equilibrio, al que podemos añadir, según mi criterio, el sentido común. Lógicamente no vamos a salir a cazar, no vamos a recoger agua en los ríos, no abandonaremos nuestras ciudades para vivir en las montañas, no volveremos a alumbrarnos con antorchas, no, es obvio, pero sí que es necesario reeducar nuestro modelo de vida. Resulta evidente que nuestra situación actual es insostenible. Urge realizar un balance entre lo positivo y lo negativo y actuar en consecuencia. Es apremiante romper con nuestras cadenas.

¿Son los Iñupiat un ejemplo perfecto de sociedad? Como dije al principio, es una sociedad no exenta de fallos, no creo en la perfección. No existe ningún sistema carente de errores. Pero sí que hay elementos de su sociedad que pueden ser incorporados en nuestras acciones cotidianas. No consiste en confeccionar leyes o normas que obliguen la aplicación de estos valores, nuestras sociedades ya tienen legislados valores similares pero acaban sin utilizarse.

Soy consciente de que esto que escribo es algo ya conocido por todos/as hasta la saciedad, pero hago uso de nuestro enfermo estado de libertad de expresión que actualmente tenemos en nuestro país.
La diversidad en la vida es una constante, lo que no es alterable, es la forma en la que se produce y la certeza de su final – la muerte -. Por ello debemos aprovechar el momento – carpe diem – y utilizar todo aquello que, sin importar su procedencia, nos ayude a mejorar y avanzar, sin que esto signifique que unos ganen a costa de que otros tengan que perderlo todo.

Intentemos cambiar interiormente para que sea evidente en nuestro exterior y contagiémoslo a todos los que nos rodean. Observaremos como todo se transforma y a su vez comienza a emitir un mensaje a los que temen tanto ese cambio. Que se extienda ese cambio en las conciencias y aprendamos a decir: ¡NO, BASTA YA!

 

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