Los Casos Olvidados (5)

En 1725 Nicolle Millet fue encontrada muerta sentada en una silla. Su cuerpo estaba totalmente carbonizado reposando en la misma que, inexplicablemente, permanecía intacta. Todo esto hizo sospechar de su esposo y fue juzgado por el asesinato de su mujer.
Pero en el juicio sucedió algo insólito, Nicholas le Cat, un joven cirujano, alegó hasta convencer al jurado que la causa de la muerte fue producida por una combustión humana espontánea.
El jurado declaró inocente al acusado y dictaminó que la mujer había muerto «por la visitación de Dios«; un término religioso que hace referencia a la manifestación de Dios a través de los tiempos en determinadas etapas para mostrarle al hombre su misericordia y también su juicio.
Todos podemos imaginar en aquel contexto de la época las especulaciones originadas en torno al mismo.
Pero este suceso es uno de los que están registrados y con él nos adentraremos en esos casos olvidados que son originados por un fenómeno que parece haber desaparecido en nuestra época contemporánea:

Uno de los fenómenos más polémicos y fabulados en el campo de lo paranormal y que, según sus investigadores, únicamente existen cerca de 200 casos registrados desde el siglo XVIII. Con el inconveniente de que una gran parte de estos están fundamentados por los testimonios de segunda o terceras personas y en ocasiones solo se aporta el nombre de la víctima o una fecha faltando las comprobaciones de los mismos.
Lo que si poseemos es un patrón fijo y coincidente en las descripciones. En todos los casos las víctimas son consumidas y prácticamente reducidas a cenizas y en algunos queda una extremidad de la misma sin existir una fuente de fuego externa.
Solo afecta, por regla general, a personas adultas y todo lo que rodea a la víctima permanece casi intacto.

En los crematorios los difuntos que son incinerados se les someten a una temperatura de entre 870 a 980º C y sus huesos no se consumen completamente y deben ser molidos. Para que un cuerpo humano quede reducido a cenizas el fuego tiene que alcanzar una temperatura superior a los 1.700º C.
Las investigaciones científicas de D. J. Gee en 1965 y las llevadas a cabo posteriormente con animales y en particular las realizadas por J.D.De Haan experto forense en incendios para encontrar una explicación racional del fenómeno ha dado como resultado una teoría denominada: Efecto Mecha o Efecto Vela.
Esta teoría argumenta que un cuerpo puede quedar carbonizado por su propia grasa al haber entrado en combustión de forma intencional o accidental. Cuando el fuego quema la piel comienza a derretir la grasa corporal que es absorbida por la ropa originando un efecto mecha que, similar a la mecha de una vela, alimenta este fuego de forma constante durante horas.
Si dicho cuerpo es sometido a ese fuego a un tiempo superior de siete horas quedaría reducido a cenizas.

Y ahora continuemos con otros casos.

En 1731, la Condesa Cornelia di Bandi fue hallada muerta en su dormitorio, tenía 62 años de edad. Su cuerpo, a excepción de algunas extremidades, estaba completamente calcinado. Fue consumida por el fuego mientras descansaba.
Sorprendentemente la habitación no resultó afectada ni siquiera su cama y tampoco había evidencias de homicidio o de un descuido. Su causa no tenía una explicación lógica, ya que era como si se hubiera originado en su interior.
Pero tres años después sucede algo insólito relacionado con este caso, detienen al sirviente de la condesa porque supuestamente confiesa que asesinó a Cornelia di Bandi cuando fue sorprendido en el interior de su habitación con la intención de robarle las joyas.
Según esta confesión, Stauff que era el nombre del sirviente, estranguló a la Condesa y prendió fuego a la habitación con la intención de ocultar el crimen.
Algo que discrepa con la versión inicial pero que desde luego no se puede descartar a pesar de que genera muchas dudas sobre la veracidad de la misma.

El siguiente sucedió en 1942, en este se produce una variante; la víctima pudo hablar antes de morir. Aura Troyer de 59 años era conserje de una Entidad bancaria en Illinois, fue hallada quemada en el sótano del Banco y solo pudo exclamar: «Todo ocurrió inesperadamente«.
Este breve testimonio de la propia víctima antes de morir, es desconcertante y acrecienta el misterio ¿Qué le sucedió repentinamente? ¿Y por qué no lo pudo evitar?
Son muchos interrogantes que no se han respondido, también hay que decir que las investigaciones efectuadas, para descubrir sus causas, han sido muy superficiales y todas son consideradas de origen natural y los casos son cerrados a pesar de que hay muchos detalles que desafían toda lógica, pero esto es muy habitual cuando se trata de indagar sobre cualquier tipo de anomalías extrañas.

Continuaremos con uno de los casos más famosos registrados sobre combustión humana espontánea el de Mary Reeser.

El 1 de julio de 1951 Mary Reeser de 67 años, residente en la costa oeste de Florida en la ciudad de St Petersburg, pasó junto a su hijo todo el día y ya por la tarde coincidieron con la casera. Mary se despidió de ellos porque se encontraba cansada y algo mareada.
Esa noche la casera, preocupada por el estado de Mary, fue a visitarla a su habitación. La encontró animada, vestida con un camisón y una bata de rayón, calzaba zapatillas negras de raso y fumando un cigarrillo por lo que decidió dejarla descansar al comprobar que todo era normal.


A la mañana siguiente la casera recibió un telegrama dirigido a la señora Reeser, cuando fue a entregárselo notó que el pomo de la puerta estaba muy caliente, alarmada decidió llamar a mantenimiento. Al entrar no encontraron a Mary, pero había una viga de madera ardiendo.
Llamaron a los bomberos y fueron ellos los que hallaron a la señora Reeser, o mejor expresado lo que quedaba de ella; una pila de cenizas a excepción de un pie en una zapatilla negra de raso.
En un radio de 1,20 metros todo había ardido pero fuera de esa distancia, igual que en la mayoría de los casos, el resto se encontraba intacto.
El informe describía la ausencia de olor a carne quemada, al igual que la inexistencia de productos químicos u otra fuente de ignición que pudiera originar el incendio. Y desde luego se descartó la posibilidad del cigarrillo como causante del mismo.
Este caso produjo un gran impacto mediático, y fue conocido como «el misterio de la mujer-ceniza«. Ante esta situación los forenses Joe Nickell y John F. Fischer, elaboraron un informe para calmar a la opinión pública y explicar lo sucedido.

Según ellos la señora Reeser en un estado de somnolencia, provocado por los barbitúricos que había ingerido, dejó caer el cigarrillo éste incendió su ropa y ella no pudo reaccionar a tiempo.
Debido al sobrepeso de Reeser y a medida que el fuego se fue extendiendo, la grasa corporal se derritió, sirviendo de pasto a las llamas provocando el «efecto vela«.
Causando que el cuerpo se encontrara sometido durante 11 horas a un fuego constante pero de baja intensidad reduciéndolo a cenizas.
Desde luego nada parece descartable, tampoco vamos a entrar en la dinámica de debatir dicho informe, pero causa la impresión de que son de aquellos casos incómodos en los que por la necesidad de cerrar el caso con una explicación lógica, entre comillas, todo se simplifica para evitar más polémicas en torno al mismo.
No obstante, los casos anteriormente referidos no encajarían dentro de esa explicación pero si son coincidentes en la forma en que se originan.

De la misma forma que no se puede razonar el caso de Carl C. Blocke que, también en el mismo año, fue encontrado calcinado en una zanja de una carretera cercana de Indiana.
Al parecer había salido de su automóvil cuando su cuerpo comenzó a arder. En el reconocimiento del coche nada indicó que se hubiera originado un incendio, sólo una pequeña mancha en el asiento del conductor mostraba una señal de fuego, pero que estaba relacionada directamente con la víctima y no por una causa interna.
Otro caso en el interior de un automóvil se produjo en 1964, en Dallas, una actriz retirada Olga Worth, ardió en el interior de su coche falleciendo a causa de las quemaduras pero el coche apenas resultó dañado.
Repitiéndose la misma situación que en el caso anterior.
Uno de los casos más enigmático y desconcertante lo protagoniza Betty Satlw.
El 7 de diciembre de 1973 Betty, lamentablemente, decidió poner fin a sus problemas suicidándose con monóxido de carbono.
Al día siguiente cuando su cadáver se encontraba en la morgue comenzó a arder dentro del ataúd. Nadie pudo explicar las razones.

Este fenómeno, como tantos otros, forma parte de nuestras sociedades desde tiempos inmemoriales, y el interés que suscitó en la sociedad de aquel entonces quedó reflejado en una novela de Charles Dickens «Casa Desolada«, publicada en veinte entregas entre marzo de 1852 y septiembre de 1853, el cual utilizó este fenómeno para eliminar a uno de sus personajes.


Dickens creía firmemente en la posibilidad del mismo y lo introdujo en su novela como una opción real. A consecuencia de ello, recibió numerosas críticas. En su defensa aludió a los 30 casos que en su época estaban registrados por las autoridades como muestra de su existencia. Entre estos estaba el caso de la Condesa di Bandi.
El escritor se encontró con una situación similar a la que se origina en nuestros tiempos y con cualquier otro tema que se aparte de lo ortodoxo…
Como siempre sucede en las investigaciones, no solo sobre este fenómeno, sino también con otros, surgen conexiones con otros de naturaleza análoga, nos estamos refiriendo a los denominados «fuegos espectrales» estudiados en los casos de poltergeist.
Aunque estos fuegos tienen como objetivos las edificaciones se establece un funesto paralelismo: destruyen por completo lo que es afectado por su fuego.
Pero estos fenómenos serán tratados en otro artículo…

Para cerrar, y como es habitual, el debate continúa abierto y a pesar de que científicamente la combustión humana espontánea no es aceptada como fenómeno paranormal, tampoco existe una explicación definitiva sobre la misma.
Y aquí subrayamos un término que se ha repetido constantemente; espontáneo. Y es que en este fenómeno todo gira en torno a dicho término, ya que no hay explicación alguna para que, sin existir una fuente externa de combustión y de forma espontánea, una persona muera abrasada hasta casi desaparecer por ese fuego devorador originado en su «interior».
¿Nos encontramos entre un mito? ¿Una realidad? Todos y cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de analizar libremente dicho fenómeno y extraer nuestras propias conclusiones. Sin olvidar una norma muy importante; el respeto. La clave para avanzar en cualquier dirección que elijamos sobre este o cualquier otro tema de nuestra existencia.

Referencias:
Jonas Dupont en el libro De Incendiis Corporis Humani Spontaneis (Sobre el fuego espontáneo en el cuerpo humano)
http://www.fire-exforensics.com
http://survincity.com/2011/08/people-solved-the-mystery-of-spontaneous/
https://es.wikipedia.org

 

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