Amanecer
Tan solo vivió seis días. Sus restos fueron hallados en Alaska, por un grupo de investigadores. Era una bebé humana de 11.500 años de antigüedad perteneciente a un grupo de humanos desconocidos hasta ahora en el continente americano, y obliga, una vez más, a reescribir una parte de nuestra historia. Especialmente, la que concierne a los ancestros nativos americanos tal y como indicó el profesor Willersley a la BBC.
Siguiendo la línea de investigación de Willersley, se trataba de un grupo de humanos que migró en oleada desde Siberia gracias a que el nivel del mar en aquella época era más bajo.
La comunidad indígena local le puso el nombre de “Xach’itee’aanenh téede gay” que significa “Niña del amanecer”, hermoso y triste a la vez.
Su vida en aquel mundo tan lejano y lleno de contrastes fue efímera, y esto es triste. Pero nos ha entregado un legado que en parte revoluciona nuestra historia, y esto, es hermoso.
A parte de la transcendencia del descubrimiento también hay algo a destacar, y que, casi siempre obviamos en este tipo de hallazgos, es el mensaje entre líneas. Un mensaje que nos debería cuestionar si somos realmente tan diferentes unos de otros ¿Tal vez esa diferencia esté causada por nuestro modelo cultural? Es evidente que existe diferencias entre etnias ¿pero son insalvables o solo son productos de nuestra cultura?
El llanto de un bebé interrumpe mi escrito. Está amaneciendo, y seguramente, el bebé que llora lo hace porque desea comer. Me pregunto si “La niña del amanecer” lloró cada mañana durante su corta vida por el mismo motivo. Seguramente sí que lo haría, aunque fuera tan distinta a nosotros.
Como he dicho antes, en esta parte del planeta en la que vivo comienza un nuevo día, mientras que casi la otra mitad está sumida en la noche nosotros contemplamos un nuevo amanecer. Y es paradójico porque cada día que transcurre es un día menos del resto de nuestras vidas, sin embargo, es un paso hacia el futuro y a la ilusión.
Asumir esta sencilla regla no significa resignación. No tiene nada que ver. Hace referencia a un mensaje que en ocasiones puntuales y desde tiempos remotos se ha repetido como un mantra: carpe diem.
Soy el primero en reconocer que, como pensamiento o deseo está bien, pero como realidad es difícil. En un mundo desequilibrado por guerras, políticas, desastres ambientales, etc., casi resulta pedante realizar esta exposición. Aunque en el fondo todos sabemos que esa debería ser nuestra política universal. Y buscar más en lo que nos une que en lo que nos separa.
Si nuestros ancestros provenían de un mismo lugar, no somos tan diferentes a los del otro lado de la Tierra. Nuestras diferencias están originadas por el asentamiento en una zona determinada, la mezcla con otras razas, el desarrollo cultural propio, las invasiones, las colonizaciones y, las guerras (la política).
La historia, y es por todos conocido, está manipulada. Tergiversada por aquellos que la han escrito dictada por los vencedores, implantando en cualquier acontecimiento su propia ideología en beneficio a los intereses de grupos afines a la misma.
Y esto nos lleva a una conclusión, una gran parte de lo que somos esta cimentado por la mentira. Nuestros valores están fundamentados en una historia deformada de los acontecimientos ocurridos antaño y que hoy justifican con políticas que dictan leyes restrictivas esclavizándonos y separándonos cada vez más a unos de otros.
Existe una obsesión en crear sociedades vacías (manipuladas) sin pensamientos individuales y desdichadamente, lo están logrando.
En la búsqueda de nuestros orígenes se han producido numerosos descubrimientos que contradicen muchos conceptos implantados por la política y la religión con referencia a la raza humana. Como dije antes, claro que uno tiene un color de piel distinto a otro, habla en otra lengua, otra cultura… pero la esencia es la misma, humanidad.
La humanidad que tiene sinónimos como sensibilidad, piedad, compasión, sufre de la misma forma en cualquier parte del planeta con situaciones injustas de cualquier índole. Pero una parte de ella es ignorada y despreciada por no tener afinidad con la otra parte por cuestiones esencialmente “políticas y religiosas”. Y es una práctica que funciona y se ha ido extrapolando por todo el mundo incluso en aquellos países que ignoran y desprecian. Con una finalidad política desestabilizar un equilibrio social que oculte su ineficacia como gobernantes.
Antes de ser contaminados por el sistema, hasta cierta edad, un niño no distingue a otro por su procedencia, lo hace por su comportamiento. Cuando crecemos, la educación tanto académica como familiar, influenciará nuestra visión ante los “diferentes”. Es un bucle letal que construye nuestras sociedades, nuestras políticas…nuestro futuro.
Los actos naturales, reír, llorar, amar, odiar, lo ejecutamos de la misma manera. Son los motivos por el que lo hacemos lo que provoca la diferencia. Cuando un niño llora porque se está muriendo de hambre no es el mismo que el niño que llora porque quiere comer.
Son las desigualdades que estamos provocando, no tan solo en otros países lejanos, sino también en los nuestros, las que anularan nuestras individualidades como personas y nuestros derechos. Nos obligaran acatar cualquier medida para subsistir. Lo harán sin demasiado esfuerzos ni costes porque llevan años planificándolo. Solo tenemos que ver la pasividad social, o en otras circunstancias, la violencia inusitada en determinadas situaciones y que son fomentadas por la política del sistema. Todo esto pone en riesgo nuestro futuro, no el de ellos.
Todo dependerá de nuestros pensamientos, actos, es decir de nosotros. A veces en la vida todo se basa en encajar. Hay situaciones que no comprendemos, creencias que no compartimos, lenguas que no entendemos, y ante esas diferencias naturales, la política crea barreras para no aceptarlas. Si en vez de trazar fronteras tratáramos esas diferencias, sin imposición de ningún tipo, como un intercambio de valores para encajarlo en nuestro modelo de sociedad nuestra visión sería más aperturista, sin tantos muros.
El sistema ha desviado nuestra atención hacia un escaparate virtual donde se proyecta una imagen distorsionada de la realidad. Cada vez vivimos más alejados de ella, aunque creamos lo contrario. Y muchos actúan, algunos conscientes y otros inconscientes, como sicarios. Creando círculos o grupos virtuales que son excluyentes con los que ellos tildan de diferentes o no gratos, a pesar de que lo único que hacen es dar su opinión o discrepar sobre determinadas cuestiones. Creo que no es necesario decir que excluyo aquellos indeseables que solo, como se dice actualmente, trolean para provocar enfrentamientos.
Por estas situaciones, y tantas otras que todos podemos observar, pienso que el sistema esta triunfando y no se detendrá hasta lograr su objetivo.
Sinceramente, si dejamos en manos de la política (políticos) los problemas sociales, y no actuamos con el sentido común, estamos condenados.
Dentro de unas horas amanecerá en el otro extremo. Y el silencio del alba se romperá por el llanto de un niño…
Autor: Pedro Segura -llenodestrellas.com
Totalmente de acuerdo con lo que expones, y muy bellamente narrado. Un placer leerte, como siempre.
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Gracias Isabel, un abracito.
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