Panspermia

Panspermia – Una teoría casi poética de la vida –

Pocas teorías científicas despiertan tanto entusiasmo como es el origen de la vida en nuestro planeta.
Una de ellas es la Panspermia. Una teoría que afirma que por todo el espacio y propagándose en todas las direcciones se hallan los gérmenes de la vida.
Si cerramos los ojos podríamos visualizar a un planeta vagabundo girando alrededor de una estrella, el Sol. Y que es fecundado por semillas provenientes del espacio exterior.
Un planeta que se quedó en cinta y que hoy los seres vivos que lo habitamos somos el resultado de ese parto.
Una hipótesis que introduce una visión casi poética de nuestro posible origen pero sin descuidar su argumento científico.
Y que nosotros como seres emocionales que somos lo transformamos en algo mágico al dotarlo de prosa.
Sin duda, esta teoría alberga otras posibilidades.
Que podría contestar a una pregunta que el ser humano continúa haciéndose… ¿Estamos solos?
Si la vida se ha propagado de esta forma y continúa colonizando planetas por todo el Universo… Tal vez exista vida en otros planetas.
O se encuentra en fase de creación de uno de los fenómenos más misteriosos a los que la humanidad se ha enfrentado nunca…

LA VIDA.

 

Autor: Pedro Segura – llenodestrellas.com –
Música: The Voyage Album: MED
http://audionautix.com/
Copyright: Creative Commons 3.0

Curiosidades de un Planeta…

El Ojo del Sáhara

En el desierto del Sáhara, cerca de Ouadane (Mauritania), existe un accidente geográfico conocido como la Estructura de Richat.
Una formación geológica única que altera la regularidad de este monumental desierto. Su estructura es concéntrica y tiene un diámetro de casi 50 kilómetros.
Fue descubierto en 1965 cuando se llevaba a cabo la misión espacial Gemini 4, ya que solo es visible desde el espacio exterior.
Y es este un dato muy curioso porque su forma es similar a la de un ojo que parece estar vigilante de todo lo que acontece en el cielo.
¿O quizás es una señal al espacio? Pero… ¿A quién?
Y no es disparatada esa sensación, porque es un punto de referencia utilizado por las misiones espaciales.
Las teorías sobre su origen son diversas. Algunos teorizaron a que fue debido al impacto de un meteorito, pero la hipótesis mayoritaria afirma que es producto de la erosión a lo largo de millones de años.
A pesar de ello hay quien no cree en esta versión. Y piensan que puede ser los restos de un continente perdido…La Atlántida.
Un accidente natural, los restos de una civilización perdida, o quién sabe.
Personalmente me quedo con el componente más romántico su nombre.

Ya que es conocido por El Ojo del Sáhara.

Autor: Pedro Segura
Imagen Gemini 4 White’s EVA Credit: NASA
Música: ATLANTIS Album: SLOW
Compositor: Jason Shaw
http://audionautix.com/
Copyright: Creative Commons 3.0

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Posiblemente la necesidad de racionalizar lo inexplicable ha conducido al hombre a formular teorías que, si bien podrían estar fundamentadas, en la mayoría de los casos parece solo un intento de justificar lo injustificable y darle carpetazo al asunto.
La historia está llena de casos que al no poseer un comportamiento o explicación acorde con lo establecido en la ciencia, se le califica de fenómenos paranormales.
La telepatía, la clarividencia, las premoniciones, las experiencias cercanas a la muerte o los poltergeist, estarían incluidos en esa clasificación.
Fenómenos que, debido a su espontaneidad, son difíciles de producir en un laboratorio para su investigación, pero que se han testimoniado desde tiempos remotos en todas las culturas del planeta.
Sin embargo, se han empeñado en convencer a la sociedad de que dichas anomalías son provocadas por estados alterados de conciencia, sugestiones de la persona que la experimenta, es decir, un producto de nuestra mente.
Expresándolo de esta forma, simplifican y restan importancia al fenómeno sin concederle un reconocimiento científico oficial, desacreditando los casos, sus investigaciones y a sus investigadores.
Y la pregunta que uno se hace es… ¿Acaso no es igual de asombroso aceptar que la mente pueda ser el desencadenante de esos fenómenos?
La ciencia establece un vínculo entre mente y fenómeno – una causa efecto – para explicar dichos fenómenos. A su vez reconoce públicamente que muchos otros no tienen una explicación científica y no está causado por ningún tipo de enfermedad, lo que nos lleva a una situación paradójica entre la explicación y la negación de esos fenómenos…

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Oficialmente o desde que han permitido que tengamos acceso a esa información, hace más de cien años que los fenómenos paranormales han sido objeto de estudios.
En 1882, tanto en Inglaterra como en Norteamérica, casi simultáneamente, se fundaron Sociedades para la Investigación Psíquica, formadas por científicos y eruditos de la época para el estudio riguroso y crítico de estas fenomenologías.

    Miembros fundadores de la Society for Psychical Research (Inglaterra 1882)
Miembros fundadores de la Society for Psychical Research (Inglaterra 1882)

 

Dichas sociedades fueron organizadas en pequeños comités a las que se les asignaban a cada uno de estos una especialidad distinta y que hoy lo conocemos como unidades multidisciplinares, con la finalidad de contemplar y analizar los fenómenos desde diferentes puntos de vistas.
Tenemos que tener en cuenta que todo este proyecto se desarrollaba en un contexto nada propicio para ello, estamos hablando del siglo XIX, una época marcada por la moda espiritista.
Este fue uno de los inconvenientes que tuvieron que sortear estos investigadores, la parafernalia del fenómeno espiritista de la época ponían en riesgo sus estudios y su reputación.
Algo que parte de la comunidad científica más ortodoxa aprovechaba para denigrar el proyecto que esos investigadores colegas suyos realizaban. Una actitud que actualmente no ha cambiado mucho.
Pese a todo, las investigaciones siguieron su curso inalterable consiguiendo avances importantes en la materia. Algunas de las obras surgidas de las mismas llevaban títulos tan sugerentes como: Los fantasmas vivos, en la que se sentó las bases del estudio parapsicológico. Recordar una vez más que hablamos del siglo XIX.
Se elaboró un insólito Censo de Apariciones, registrándose en éste más de 17.000 respuestas, demostrando que el fenómeno era más habitual de lo que generalmente se pensaba.
Estos comités desarrollaban análisis de fenómenos tan variopintos como: la telepatía, la hipnosis, los fenómenos espiritistas y las experiencias en el momento de la muerte… así como la influencia que la mente pudiera ejercer en esos casos.
En 1889 se crea el término parapsicología, definiéndose como «la ciencia de los fenómenos que desbordan el curso normal de la vida psíquica
Si hace más de cien años, se realizaban y llegaban a este tipo de conclusiones, y con los medios disponibles de antaño ¿no es extraño que actualmente sigamos sin esclarecer la naturaleza de estos fenómenos?

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La mente humana continúa siendo un verdadero reto para la ciencia. Pero la disponibilidad de visualizar el cerebro a través de instrumentos científicos, minimiza lo asombrosa que es y tendemos a pensar que ya está todo, o casi todo investigado, sin percatarnos de que lo que estamos contemplando no es la mente, sino el órgano que hace posible esa facultad… nadie ha visualizado la mente.

Su complejidad es comparable a la del Universo, del que solo conocemos una mínima parte de la inmensidad que guarda. Y aun así, suelen aparecer nuevas teorías que nos obliga a replantearnos ese conocimiento.
Con el estudio de la mente, ocurre lo mismo. Conocemos que determinadas personas pueden utilizarla para lograr objetivos inalcanzables para muchos, y esto, causa admiración por la mayoría que lo considera un don exclusivo de ciertas personas.

Sin embargo, y a raíz de esos estudios, esa facultad, parece residir innata en todos nosotros, sólo que no se llega a desarrollar. El motivo o los motivos, son consecuencia directa de nuestro modelo educativo; el cual define a la mente como algo que nos permite vivir dentro de la cordura, asimilándolo ya desde nuestra infancia, como una ley inviolable.

funciones-hemisferios-cerebralesHasta finales del siglo XX, las personas que involuntariamente eran protagonistas de estos casos paranormales o que sus comportamientos fueran excéntricos eran consideradas enfermas mentales.

En ocasiones sí que eran provocadas por trastornos mentales del individuo que imaginaba el fenómeno, y en otras, eran fraudes simplemente. Pero en el resto de los casos no habían explicaciones.

Y además, existía un interés añadido por la psiquiatría convencional y el tándem formado por médicos y farmacéuticos en considerar que la causa de todo este fenómeno estuviera provocada por una enfermedad psicológica susceptible de ser tratada mediante el uso de medicamentos.

Una situación que en los años noventa cambió parcialmente debido principalmente a una sensibilidad cultural distinta en la que se contemplaba otras teorías diferentes de las convencionales propiciando investigaciones acordes a ese «nuevo enfoque.»

Actualmente la información que nos llega es mínima, sospechando que nos ocultan, como es habitual, los resultados de dichas investigaciones.

CONCLUSIÓN…

Solo he arañado, en este breve artículo, la superficie de un enigma que nos acompaña desde nuestros orígenes. Un enigma que hay un sector interesado en que continúe siéndolo para prolongar el negocio que hay montado tanto a nivel científico como seudocientífico y que son los únicos beneficiarios de ello.
Se produce una letal dualidad en la que una parte nos quiere como enfermos crónicos y por otra, creyentes incondicionales, ya que ambas situaciones les genera lucro.
Nada es tan simple ni tan extraño como nos quieren hacer creer. La mente puede ser un concepto abstracto pero quien la origina es un organismo tangible y lo que nos transciende es nuestra propia naturaleza que es el verdadero enigma.
Muchas cosas no alcanzamos a entenderlas y otras están etiquetadas por nuestro modelo cultural encargado de limitar la transcendencia de cualquier tema fuera de esa clasificación impuesta.
En el pasado, filósofos, científicos y escritores aludían a esa facultad que la mentalización ejerce sobre nuestros deseos para lograr un objetivo en nuestras vidas. Solo que ellos creían que la mente residía en el corazón y por ello en sus escritos y reflexiones utilizaban dicha palabra cuando realmente se estaban refiriendo a la mente.
Como podemos ver, siempre se ha tenido esa percepción de que existe una fuerza o energía impulsora, implicada en cualquiera de las acciones extraordinarias que el hombre ha producido o de la que ha sido testigo.
Las redes sociales se encuentran inundadas de frases con ese contenido casi a diario. Pero no pasa de ser poco más que un objeto banal y decorativo.
Creo que no somos conscientes de lo trascendental que es reconocer que nuestra mente sea capaz de causar esos u otros tipos de fenómenos.

Sistemáticamente se resta importancia a la fenomenología paranormal, ridiculizando con frecuencia al fenómeno y a sus investigadores.
En la mayoría de los casos, los fenómenos se producen de forma espontánea e incontrolable, como si estableciéramos, sin pretenderlo, una conexión con un campo psíquico más allá de nuestra realidad material.
Algo que hace teorizar, a determinados investigadores, que pueda existir una dimensión adicional de la realidad. En un universo en el que todo estaría interconectado.
En las últimas décadas, la colaboración entre parapsicólogos y físicos ha abierto una vía interdisciplinaria favoreciendo nuevas teorías y la contemplación de estos y otros fenómenos, desde puntos de vista distintos, logrando obtener una comprensión global de la naturaleza del mismo.
Pero para que todo esto consiga el resultado deseado, es necesario que cambie la conciencia de aquellos que nos gobiernan.
Una tarea que nos parece muy difícil, puesto que los poderes fácticos no estarán jamás dispuestos a renunciar al sistema implantado.
Dependerá más de cada uno de nosotros, cambiar dicha situación y colaborar con nuestro espíritu crítico para hacer posible la verdadera revolución: la de nuestro interior.

Y para cerrar, una frase de Alexis Carrel, biólogo, médico e investigador científico, que nos invitará a reflexionar:

«De todas las cosas que el hombre conocerá, la última probablemente será él mismo»