En las épocas más oscuras de nuestro pasado, la mayoría de los colectivos sociales atravesaban situaciones de penurias en todos los ámbitos. La enfermedad, la pobreza, el despotismo y el fanatismo religioso, que agravaba una situación extrema para esa gran mayoría formada por los pobres, eran los principales causantes de este infortunio.
Una feroz represión religiosa que ostentaba el conocimiento y el poder absoluto manipulaba a una población indefensa haciéndoles creer que eran culpables y merecedores de todo ese sufrimiento. Un castigo «necesario» decretado por un ser divino para expiar nuestros supuestos pecados.
Una época donde la superstición acampaba a sus anchas y nuestro destino parecía estar escrito por ese ser superior sin posibilidad alguna de evitarlo.
Una población pendiente de las señales y mensajes de sus Dioses.
Pese a esa omnipotencia, curiosamente, estos dioses necesitaban un anunciador de lo que estaba por venir; un profeta.
Las referencias a estos mensajeros, tanto en textos religiosos como apócrifos, son abundantes en la historia y las podemos hallar en casi cualquier religión monoteísta del planeta, monopolizando a estas figuras como servidores de sus dioses.
Con el paso del tiempo y encajados en su contexto emergieron otros tipos de visionarios que, sin abandonar esa corriente religiosa, vaticinaban el futuro. Pero ese es otro tema.
En la actualidad el fenómeno ha decrecido hasta casi desaparecer. Las premoniciones o precogniciones son hechos muy aislados y también en muchos casos silenciados. Ha sido objeto de estudios científicos sin obtener algo más que una teoría sobre su existencia y origen.
Cada sector ha barrido para su casa. Afirmando unos que son un don divino y otros que ciertas personas nacen con ese don sin intervención divina alguna.
En este nuevo caso olvidado que presento y que se produce fuera de nuestras fronteras, se manifestó ese «don» de la precognición. Protagonizado por una persona tan especial o vulgar como cualquiera de nosotros.
Y es un caso que debería ostentar un lugar destacado por lo que nos aporta como evidencia de un fenómeno. Que no dejará indiferente a nadie porque trata sobre algo que nos inquieta desde épocas remotas; poder ver una parte de nuestro futuro y… evitarlo.
16 de mayo de 1979, Cincinnati (Ohio)
David Booth, era un oficinista de Cincinnati (Ohio) que la noche del 16 de mayo de 1979 tuvo un sueño que perturbaría una parte de su vida.
Soñó con un enorme avión que sobrevolaba la zona produciendo un extraño ruido. De repente, el avión se inclina bruscamente y se estrella contra el suelo. Aterrorizado contempla una enorme explosión pero sin llegarle sonido acústico alguno de ella.
Se despierta sobresaltado embargado de una profunda tristeza y piensa que se trata de una terrible pesadilla y no le da mayor importancia.
Pero todo cambia cuando durante seis noches consecutivas la misma pesadilla se repite.
Alterado y angustiado por la reiteración de ese sueño, piensa que puede tratarse de algún tipo de aviso y decide, aunque le tomaran por loco, advertir al aeropuerto más cercano de su localidad la posibilidad de producirse un accidente aéreo.
Inicia una serie de llamadas a la Autoridad de la Aviación Federal del aeropuerto Gran Cincinnati, así como a la línea aérea de American Airlines, y contrariamente a lo esperado, cuando David expone sus argumentos, es tratado con respeto y registran por escrito su aviso.
Desgraciadamente, a pesar de todo ello, le comunican que no aporta pruebas suficientes y sólidas para ser admitidas; una fecha concreta, la ubicación o una identificación más precisa sobre el vuelo, por lo que su aviso no pudo ser aceptado como válido, no tenían motivos ni pruebas reales para cancelar vuelo alguno.
Exactamente diez días después, el 26 de mayo, un DC-10 de la compañía American Airlines, se estrella en Chicago perdiendo la vida en el accidente todo su pasaje: 273 personas.
En las investigaciones sobre el siniestro se indicaron que, el incidente del vuelo 191 de Americans Airlines, se produjo a consecuencia de la pérdida del reactor izquierdo en el momento del despegue. Pese a ello, el avión continuo volando unos instantes para seguidamente perder el control, produciendo una singular inclinación y estrellándose en un estacionamiento de caravanas cercano al aeropuerto provocando una gran explosión.
La comparación entre el hecho real y la exactitud con la que David soñó el accidente, detallando casi exactamente como una semana después sucedería, es asombrosa.
Algo que hizo palidecer a los responsables aeroportuarios de la zona. Jack Barker, el funcionario que atendió telefónicamente a David, quedó impresionado por las precisiones descritas del desastre.
Lo que David experimentó, sin duda alguna, está catalogado por la parapsicología como una precognición, más conocido coloquialmente como una premonición.
El registro de la misma antes de suceder el accidente, así lo confirma, introduciendo una variante poco frecuente en este tipo de fenomenología: tener la constatación del hecho por escrito antes de que se produzca.
No obstante, siempre que nos documentamos e indagamos sobre este tipo de temas nos preguntamos lo mismo aunque intuimos la respuesta: qué extrañas razones mueven a desvirtuar este tipo de casos ignorándolos como una prueba para abordar una apasionante investigación.
Y algo que por otra parte y debido a la naturaleza del caso nos produce una angustia mayor: ¿Podría haberse evitado el accidente?
El incidente está considerado como el peor desastre aéreo de la historia estadounidense. Una terrible tragedia que se produce tan solo 23 segundos después del despegue del aeropuerto internacional de los Ángeles.
Pero hay algo más. Lindsay Wagner, una famosa actriz y modelo, protagonista de una serie de televisión: La Mujer Biónica, se disponía acompañada de su madre a viajar en ese avión.
Estando en el aeropuerto una repentina inquietud se apoderó de su madre hasta el punto de decidir anular su viaje.
Lindsay, manifestó que no era la única ocasión en la que su madre tenía esa especie de presentimientos, y a pesar de que nunca solía cumplirse, aquel día, sin saber muy bien el porqué, accedió a cambiar de vuelo.
Unas horas después, se enteraron del fatídico accidente.
Una de las características en los fenómenos paranormales es la espontaneidad. Y este caso ejemplifica esa máxima.
David era una persona que jamás tuvo un contacto con estos temas, pero involuntariamente y a través de un sueño reiterativo anunció un trágico suceso.
Un mecanismo que, por motivos desconocidos, se activa internamente en determinadas situaciones e individuos produciendo ese tipo de fenómeno.
La ciencia niega la existencia de ello y los proyectos de investigación en estos campos están financiados por fondos privados limitando cualquier tipo de información sobre los resultados, si es que se producen, de esas indagaciones.
Este no es un caso único, puesto que existen muchos otros reportados a lo largo de nuestra historia, pero está dotado de un valor añadido; la prueba documental donde se corrobora todo lo expuesto.
¿Qué explicación podríamos ofrecer? Es inevitable pensar y hasta teorizar de que algo estaba intentando avisarles de la tragedia y utilizaba los medios posibles para transmitirlo. Y solo una persona pudo canalizar ese mensaje a través de un sueño y visualizar con detalle lo que sucedería.
Y una pregunta que probablemente todos nos hacemos es el porqué no se indago más en un caso como éste.
Los motivos de esta postura todos lo podemos imaginar. Admitir ciertos fenómenos pondría en serio la estabilidad de un sistema creado a medida por estos negacionistas.
Pero a pesar de ello, creo que tal vez y como siempre, la respuesta podríamos hallarla en nuestro interior y ésta será revelada espontáneamente.
Muy interesante, vale la pena leerlo.
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Muchas gracias Isabel. Un abracito.
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