La Tercera Ola
¿POR QUÉ SOMOS CAPACES DE RENUNCIAR A NUESTRA LIBERTAD A CAMBIO DE LA IDEA DE SER MEJORES QUE LOS DEMÁS?
Ron Jones
Abril de 1967, en el instituto Cubberley de Palo Alto, ciudad del condado de Santa Clara (California).
Ron Jones, profesor de historia, iniciaba unas clases especiales sobre la Alemania Nazi aquella primera semana del mes de abril. Jones, era un profesor dotado de gran carisma y gozaba del aprecio de sus alumnos. Scott Thompson, director del Instituto Cubberley, en aquella época, le contrató motivado por su perfil académico. Cuidaba mucho la selección del personal con el propósito de ofrecer una enseñanza de calidad. Jones reunía todas esas cualidades. Era muy joven y se integraba bien con el claustro. Sus doctrinas estaban basadas en la educación experiencial, una corriente muy en boga en los años 60. Jones quería que sus alumnos se implicasen directamente y que tuvieran una relación directa con determinados temas a estudiar. Pretendía que todo ello incitara en los estudiantes reflexiones sobre los sentimientos propios, las formas de actuar individual o en grupo, estableciendo, de esta forma, un espacio de crecimiento personal a partir del conocimiento de sí mismo. Dicha norma, hacía de sus clases algo diferente a las del resto de profesores.

Cuando inició la clase temática sobre el nazismo, lo hizo de la manera más convencional, es decir, exponiendo lo que ya de sobras todos conocían. Quería, en cierta manera, alentar a sus estudiantes a que debatiesen sobre lo acontecido en aquel tiempo. Y fue cuando, en mitad de la clase de historia, Steve Conigio, uno de sus estudiantes que se sentaba en la segunda fila, le preguntó «¿Cómo el pueblo alemán, los ciudadanos de a pie, permitieron que se produjera el exterminio de millones de judíos y de otros residentes a los que el sistema consideraba non grato?» Y lo que a su juicio, resultaba aún más incomprensible «¿Cómo el pueblo alemán, después de finalizar la guerra, alegaba ignorancia de lo ocurrido?»
El profesor Jones, respondió explicando que debido a las técnicas de manipulación mental que dichos regímenes ejercían sobre sus ciudadanos, una mayoría del pueblo alemán fue persuadido de que era necesario actuar de esa forma ante lo que ellos consideraban como un peligro sobre su integridad como nación. Por ello, convencidos de que lo que hacían era lo correcto, no dudaron en prestar su apoyo al partido nazi y también como consecuencia del mismo, fueron posibles actuaciones como esas. Jones, advirtió que el riesgo de un régimen totalitario seguía latente en cualquier sociedad libre contemporánea y consideraba que continuábamos siendo manipulables hasta el punto de poder repetir la historia alemana en la actualidad.
La clase se alborotó ante dicha afirmación. No creían que eso fuera posible en el presente. Debido a la incredulidad mostrada por los estudiantes ante dicha posibilidad, Jones, formuló una pregunta:
¿Creéis que hoy en día no es posible que se produzca una dictadura semejante a la del Tercer Reigh?
Todos coincidían en la misma conclusión, en la actualidad era improbable que se originara una situación parecida. Según ellos, en la sociedad moderna, no tenía cabida el nazismo.
Jones no estaba de acuerdo con el convencimiento que sobre el tema poseían sus alumnos. Era necesario demostrarles que se equivocaban. Motivado por este objetivo, Jones, propuso llevar a cabo un experimento al que denominó: La Tercera Ola. La clase accedió al mismo.
Con tal fin estableció cinco normas a tratar en las clases siguientes:
- Fuerza mediante la disciplina.
- Fuerza mediante la comunidad.
- Fuerza mediante la acción.
- Fuerza mediante el orgullo.
- Fuerza mediante el entendimiento.
Estas normas, fueron distribuidas, durante las clases de la semana, de la siguiente forma:
Día 1. Lunes.
Fuerza mediante la disciplina.
En este primer día, se planteo el tema de la disciplina. La disciplina, eje principal de la Alemania nazi, era la herramienta necesaria para poder conseguir cualquier objetivo en la vida con éxito. Esgrimiendo la analogía del atleta que consigue a través de la disciplina el éxito en el deporte, Jones, comentó que era necesario introducir una serie de cambios en la forma y valores de la clase para obtenerla. Así, estableció la obligación a sus alumnos de adoptar una posición recta mientras se encontraban de pie o sentados en el aula. Una postura correcta, mejoraba la concentración y fortalecería la voluntad. Hizo que sus alumnos practicaran la postura correcta que consistía en poner los pies en contacto con el suelo y la espalda completamente recta contra el respaldo. Transmitió a sus estudiantes la necesidad de ello con la práctica. Estos se levantaban para volver a sentarse correctamente. En poco tiempo, la clase logró tal objetivo, en silencio y en cuestión de segundos, todos se sentaban correctamente y al unísono.
Jones, quedó sorprendido de como todos aceptaron el cambio. Y decidió probar el nivel de tolerancia de sus estudiantes con una segunda norma. A partir de ese día, cada vez que cualquier alumno se dirigiera a él, lo haría con el tratamiento de Sr. Jones, así como la obligación de levantarse manteniéndose erguido mientras hablaba con éste. Igualmente, las preguntas que se formularan tendrían que, por expresarlo de alguna forma, un filtro de calidad. Si no eran cumplían con ese requisito se ignoraría y se daría paso a la siguiente. Este mismo criterio sería utilizado para las respuestas. Aquel alumno que no estuviera conforme o dispuesto a cumplir con las nuevas reglas, serían sancionados o expulsados de clase.
Durante el transcurso de la clase, se puso en práctica esta nueva norma, resultando todo un acierto, ya que aportó calidad en el debate y en las respuestas, incluso los que los que no solían participar, ahora sí lo hacían.
El primer paso hacia la instauración de un entorno autoritario, diseñado por el profesor Jones, fue un triunfo. Sus alumnos aceptaron ese cambio sin percatarse de lo que realmente estaba ocurriendo.
Día 2. Martes.
Fuerza mediante la comunidad.
Cuando Jones entró a clase, contempló con sorpresa, como todos sus alumnos se hallaban de pie firmes adoptando la postura correcta que el día anterior habían practicado. Se dirigió hacia la pizarra y, tratando de evitar su asombro, escribió dos frases, la primera: Fuerza mediante la disciplina, fue el tema tratado en la clase anterior y la segunda: Fuerza mediante la comunidad, correspondía al nuevo tema. Entonces, todos ellos se sentaron en silencio con la misma uniformidad con la que estaban de pie.
Jones comenzó la clase explicándoles que el tema de este segundo día era obtener la fuerza utilizando para ello como canal conductor la unidad del grupo, de la comunidad, ya que si el grupo permanecía unido se convertiría en una comunidad fuerte capaz de enfrentarse a cualquier eventualidad. Esa unidad transmitiría a todo el grupo el poder necesario para conseguir sus objetivos. Para asimilar dicho concepto, prosiguió Jones, era necesaria la experimentación. A continuación, como si de un cántico se tratara, les hizo recitar «Fuerza mediante la disciplina» «Fuerza mediante la comunidad», así y de forma rotatoria, estuvieron repitiendo el lema. Poco antes de terminar la clase, Jones, decidió crear un saludo, en consonancia con el nombre del grupo. Se trataba de levantar la mano derecha a la altura del hombro, adoptando ésta, una posición curva, asemejando la cresta de una ola. Todos los miembros del grupo deberían de usar obligatoriamente el saludo entre ellos.
Una vez más, todos los alumnos acataban las leyes que, casi marciales, su profesor les dictaba. No existía el más mínimo atisbo de resistencia a ello.
Cuando terminaron las clases, todos se despedían entre ellos utilizando el saludo creado.
Día 3. Miércoles.
Fuerza mediante la acción.
En este tercer día, Jones, les habló del significado de ser activos disciplinadamente para engrandecer a la comunidad. Ellos como miembros, debían de creer en sí mismo, en la comunidad y ser responsables de sus propias acciones. No deberían de dudar en hacer cualquier cosa para proteger a la comunidad y a sus miembros. Jones repartió tarjetas a cada alumno, con el objetivo de acreditarlos como miembros de la comunidad, y que también serían utilizadas, marcando con una X roja, para anotar las faltas en el cumplimiento de las reglas.
Todos, incluso el propio profesor Jones, eran conscientes de que las clases habían mejorado desde que se aplicaban estas nuevas normas. Algo que en Jones producía una contradicción, su idea era transmitir que utilizando dicha técnica se podría llegar a sufrir lo que significaba pertenecer a un determinado régimen autoritario. Pero lo que descubrieron fue que las clases fueron más provechosas que nunca y que el apoyo mutuo se había extendido entre ellos.
El éxito de la propuesta, le hizo reflexionar sobre lo que estaba consiguiendo. En pocos días a «La tercera Ola» se habían unido más de 200 alumnos de distintos cursos. La clase se encontraba desbordada. Incluso fuera de ella permanecían a la espera los que no podían entrar. En esos momento, tal y como el manifestó en su momento, Jones sintió miedo.
En los días que sucedieron evidenciaron su temor. Los alumnos alcanzaron un grado de dependencia con el grupo alarmante. Se produjeron situaciones de violencia con los que no simpatizaban con la comunidad. Inclusive se utilizaron sistemáticas persecutorias e intimidadoras. Los alumnos, buscando uniformidad para el grupo, decidieron vestirse de la misma forma. Fabricaron emblemas, banderas y brazaletes. Esta, pensaron ellos, sería una forma de expandirse.
Cerca del centro de la escuela, en un emplazamiento idóneo para ser visibles por todos, ubicaron algo parecido a un punto de reclutamiento, invitando a todos los que pasaban a unirse a su causa a su comunidad, a ellos.
La situación se le descontrolaba al profesor Jones. Su experimento traspasaba el límite fijado por él. Uno de sus alumnos, Robert, el cual siempre se encontraba solo antes del experimento, estaba integrado como uno más, se ofreció a ser su guardaespaldas personal.
Tres de sus alumnas más inteligentes, comenzaron a entender que la situación comenzaba a ser incontrolable y contaron a sus padres lo sucedido. Estos contactaron con el profesor Jones para mostrar su malestar, pero al contestarle de que simplemente se trataba de un estudio sobre la Alemania nazi, dieron su consentimiento. Aún siendo conocedores de la situación que se estaba produciendo en la escuela, dieron su aprobación sin parecer importarles sus consecuencias.
Día 4. Jueves.
Fuerza mediante el orgullo.
Jones estaba inquieto con la situación, incluso él mismo había traspasado el límite del experimento. Se estaba comportando, en cierta manera y casi de forma inconsciente, como un autócrata. Había llegado el momento de finalizar el experimento. Lógicamente la forma de proceder debería de ser metódica, muchos de los alumnos implicados se sentirían totalmente desorientados, podría provocarse situaciones de burlas entre ellos y las consecuencias serían imprevisibles.
Cuando entró en clase, la actitud de los estudiantes era la misma de estos últimos días, disciplinada y obediente. Más de 80 alumnos le contemplaban en silencio y en espera de sus palabras. Ese era el momento. Se dirigió a la pizarra escribiendo la frase del día: «Fuerza mediante el orgullo» A continuación les explico el significado del nuevo lema: El orgullo es saber que eres el mejor. Algo que nadie te podrá arrebatar.
Ante la expectación generada por dicha afirmación, Jones «reveló» la verdadera razón por la que se ha creado la Tercera Ola. No tenía nada que ver con una actividad escolar. Estaban ante la creación de una nueva formación política con el objetivo de alcanzar la presidencia del estado. Les dijo que desde hacía tiempo, otros profesores y en otras escuelas, habían procedido igual que él a reclutar alumnos dispuestos a la lucha política. Y que actualmente el movimiento se había extendido a nivel nacional. Todo ello por un objetivo: Cambiar el destino del país.
Todos quedaron sorprendidos ante dicha declaración. Y una vez más, Jones aprovecho la ocasión para anunciar que el viernes habría una reunión solo para miembros del grupo, en ésta, se presentaría al candidato a presidente para anunciar el programa a nivel nacional y que asistiría la prensa. El entusiasmo se extendió por toda la clase.
Día 5. Viernes.
Fuerza mediante el entendimiento.
Este era el día elegido para desmantelar toda esta farsa. Durante toda la mañana, el profesor Jones estuvo preparando el auditorio para la reunión que se debía de celebrar. Algunos amigos suyos colaboraron en el montaje haciéndose pasar por periodistas y fotógrafos. Era necesario crear un ambiente creíble para provocar el efecto deseado cuando se descubriera toda la verdad. Cuando dieron las 12:00 el Auditorio se encontraba repleto, más de doscientos alumnos de todo tipo, se encontraban sentados disciplinadamente, en silencio y unidos. Seguidamente cerró las puertas. Hizo el saludo del grupo y aquellas 200 personas les correspondieron al unísono. Exclamó el lema de la comunidad: «Fuerza mediante la disciplina» y doscientas voces repitieron el lema. Apagó las luces y conectó la televisión donde supuestamente se proyectaría la presentación del líder y les haría llegar su mensaje. Como era normal en la pantalla de la televisión no se proyectaba nada, solo la pantalla en blanco. Nadie en la sala parecía importarle, creían fervientemente en que aparecería su líder de un momento a otro. El tiempo transcurría y la pantalla permanecía en blanco. El ambiente se tornó tenso. De repente uno se alzó y pregunto: ¿No existe ningún líder, verdad? Era lo que Jones esperaba.
Apagó la televisión, ante la mirada atenta de todos los congregados, en silencio, lentamente, Jones comenzó a hablarles:
“Escuchad con atención, tengo algo importante que deciros. No hay ningún líder. No hay ningún movimiento nacional llamado la Tercera Ola. Habéis sido utilizados, manipulados, no sois mejores que los nazis alemanes que habéis estudiado.”
“Pensabais que erais los elegidos, mejores que los que no están en esta sala, habiendo cambiado vuestra libertad por la comodidad de la disciplina y la superioridad. Habéis aceptado la voluntad del grupo por encima de vuestras convicciones. Y sobre todo habéis creído que podíais saliros cuando quisierais. ¿Hasta dónde podríais haber llegado? Dejadme que os enseñe vuestro futuro.”
Jones encendió el proyector. Comenzaron a desfilar imágenes de la historia del Tercer Reich. De los desfiles del ejército nazi, de los mítines de Hitler. Imágenes de la detención de judíos, de la deportación de los mismos a borde de trenes con destino al horror por todos ya conocidos: Los campos de concentraciones.

Detuvo la proyección para que todos vieran una frase que se dijo en el juicio de Núremberg «Todos deben aceptar su culpa. Nadie puede alegar que no tomó parte de una forma u otra.»
Jones reanudó sus explicaciones:
“Con lo que ha ocurrido durante esta semana, hemos podido ver lo que suponía vivir en la Alemania nazi. Hemos aprendido a crear un entorno social disciplinado, jurar fidelidad a esa sociedad especial y sustituir la razón por las reglas. Habríamos sido buenos alemanes y nos habríamos puesto el uniforme, listos para traicionar a amigos y vecinos. Ahora sabemos lo que es optar por la solución rápida y quemar las ideas, sentirse fuerte y superior. Conocemos también el miedo a ser excluido, a quedarse fuera, pero también el sentimiento de control y el placer de hacer lo correcto socialmente. Hemos visto que el fascismo no es algo que otra gente hace. No, ha estado aquí, en esta sala, en nuestras conductas y forma de vivir. Basta arañar la superficie para que aparezca. La creencia de que los seres humanos son intrínsecamente malos y que por tanto son incapaces de actuar bien con su prójimo, lo que demanda un líder fuerte y una disciplina para preservar el orden social. Y además, la apología.”
“Esta es la lección final. La lección final es quizás la más importante y responde la pregunta con la que comenzó este experimento. ¿Recordáis la pregunta? La cuestión era la sorpresa en el pueblo alemán ante todo lo ocurrido, alegando ignorancia y desconocimiento. ¿Cómo el ciudadano alemán, el trabajador de la calle, pudo, al final del Tercer Reich, alegar ignorancia? ¿Qué causa que la gente borre su propia historia? Ahora tenéis la oportunidad de responderos vosotros mismos a esta pregunta.”
“Si el experimento ha tenido éxito de verdad, ninguno de vosotros admitirá haber estado aquí hoy. Al igual que los propios alemanes, tendréis problemas para admitir que habéis llegado hasta aquí. No querréis que vuestras familias y amigos sepan que estuvisteis dispuestos a ceder vuestra libertad individual a líderes invisibles. No admitiréis haber sido manipulados, haber aceptado la Tercera Ola como una forma de vida, haber formado parte de esta locura. Lo guardareis como un secreto, un secreto que yo compartiré con vosotros.”
Jones dio por finalizado el experimento y, con él, la Tercera Ola. La mayoría, todavía confusos e impactados, fueron levantándose de sus asientos abandonando silenciosamente el auditorio. Otros permanecían en sus asientos llorando desconsoladamente.
Dos años más tarde, Ron Jones fue retirado de su cargo, impidiéndole practicar la enseñanza en escuelas públicas. Se trasladó a San Francisco, dedicándose a la enseñanza de alumnos con necesidades especiales.
Conclusión…
Ron Jones, utilizó conceptos como disciplina, unidad, orgullo, para manipular a sus estudiantes en sus acciones diarias y en su enfoque de la sociedad. Logró disociarlos de su entorno, como si se hubiera alzado un muro invisible ante ellos, provocando en estos, la creencia de que eran poseedores de «la verdad». Estuvieron convencidos de que estaban construyendo un nuevo paradigma social. En esa nueva sociedad, tendría cabida todo aquel que acatara los principios del movimiento denominado la Tercera Ola. Aquellos que repudiaran del movimiento, estarían marcados. Jóvenes estudiantes de secundaria, con un nivel cultural y conocedores de la historia del nazismo, sucumbieron en las redes del hecho diferencial. Inclusive el mismo Jones, quedó atrapado en su propio experimento, fue seducido por el respeto y poder que durante esos días alcanzó en el instituto.
Verdaderamente fue una experiencia en mayúsculas para Jones y sus alumnos. El experimento, demostró que nadie estaba a salvo de la adulación, de la exaltación, con el propósito de persuadirnos para que nos consideremos superior al prójimo, realizando, de esta forma, determinadas acciones contra el mismo, sin valorar sus consecuencias. También puso de manifiesto la necesidad de un Líder, un Guía que piense por nosotros y nos conduzca por la vía para lograr el objetivo.
A título personal, opino que este tipo de experimento se ha producido y se sigue produciendo continuamente desde las instituciones políticas, los medios de comunicación, las entidades religiosas, etc. El ejemplo lo tenemos recientemente en España, con la denominada Ley de seguridad ciudadana, hay muchos otros pero nos limitaremos a éste. Con las modificaciones introducidas en la mencionada Ley, nuestra libertad de expresión se reduce alarmantemente, derrocando una parte del pilar de cualquier sistema que se considere democrático. Al igual que Jones en su clase con sus alumnos, el político pone a prueba a la sociedad para comprobar su cota de sumisión, pero con una diferencia abismal, ya que Jones demostró que el camino tomado con la Tercera Ola era erróneo y desmanteló el movimiento. Al contrario de nuestros gobernantes, ya que para estos, la aprobación de mencionada Ley, le otorga un control de la población y una libertad para sus acciones políticas que serán difíciles de cuestionar por el ciudadano con esta Ley. Si la ciudadanía no reacciona y acepta obedientemente dicha injerencia en su libertad individual, yo me pregunto: ¿Qué será lo próximo?
Recomendaciones:
Hay una película de 2008, de procedencia alemana, basada en este experimento, su título: La Ola (Die Welle). Dirigida por Dennis Gansel. El film, modifica la ubicación original donde se produce el experimento de Ron Jones por la de Alemania y la contextualiza en una época actual y otras variantes que no menciono, para evitar spoiler, por si alguien decide visionarla. Lo más importante es que el mensaje no sufre ninguna alteración.
