En mi etapa como colaborador en La Cuarta Esfera creé una sección llamada Los Casos Olvidados y que ahora retomo en mi blog para compartir con todos vosotros.
Comenzaré con el material ya divulgado en los programas continuando con nuevos casos que no fueron emitidos.
Los Casos Olvidados, tal y como su nombre indica, tienen el objetivo de divulgar, con toda la información disponible actualmente, aquellos fenómenos producidos en un contexto muy diferente, limitados por la tecnología de aquellos tiempos obstaculizados por el desconocimiento y los prejuicios existentes de la época pero que gracias a la valentía de unos pocos fueron expuestos a la luz a pesar de la presión social y política a la que fueron sometidos.
Esta sección también tiene otra finalidad rendir un pequeño tributo con todo el respeto a esos expedientes X españoles y allende de nuestras fronteras que marcaron el camino a seguir de las investigaciones paranormales.
Y que gracias a ellos es por todo conocido la existencia de situaciones y hechos que nunca tuvieron una explicación racional o posiblemente aún no dispongamos del conocimiento necesario para ello. Esto no impedirá que, como siempre, reflexionemos y seamos críticos con ellos, si es necesario.
Comenzaremos con uno de esos casos olvidados acaecido en España y que lleva por título:
Desde hace más de un siglo existen testimonios que relatan haber visto unas luces extrañas recorriendo la comarca de El Pardal, una localidad del municipio de Molinicos situada a una distancia de 95 Km de Albacete.
En este enclave situado en el interior de la ladera de una montaña se producen unos inusuales fenómenos lumínicos que han sido avistados por centenares de testigos y que también fueron divisados por las autoridades del lugar llegando estos a perseguirlos y hasta abrir fuego contra ellas pero sin resultado alguno.
Los testimonios desde tiempos remotos tal y como se recogen en las crónicas de su historia son coincidentes con los acumulados en la actualidad, describiendo estos testigos como son acompañados en silencio en determinados lugares de su geografía por estas luces esféricas que flotan a ras de suelo y se desplazan a velocidades de vértigo.
Los lugareños, relatan que al pasar esta luz cerca de sus viviendas, todo vibra en su interior, y en ocasiones, provoca la caída de enseres ante el asombro de estos.
Hay un punto donde se manifiesta con más frecuencia y está considerado como el epicentro de este fenómeno: La Quéjola. Una zona poco conocida pero de gran importancia histórica y que hace más de 2.600 años que está habitada. Las excavaciones realizadas en la década de los años 90 revelaron grandes cantidades de yacimientos funerarios y de restos antiguos pertenecientes a la cultura griega, romana, árabe y fenicia.
La mayoría de estos hallazgos guardan un denominador en común: fueron erigidos con la intención de sacralizar el lugar.
Lamentablemente hoy en día se encuentra amenazada por la desafectación de caminos públicos y privados que producirá la eliminación de 151.000 metros cuadrados perjudicando los posibles hallazgos de la zona.
Sin comentarios.
Continuando con el tema, muchos son los caminantes que relatan el avistamiento de estas desconcertantes luminarias que parecen acompañarlos, siempre silenciosamente, en su tránsito.
Uno de estos relatos lo protagoniza Manuel Macía. Este testigo describe una experiencia inquietante y a su vez extraordinaria. Le sucedió en los años treinta circulando con su bicicleta por la zona para llegar al trabajo, cuando de repente, a sus espaldas, pudo observar una especie de destello. Al principio pensó que se trataba de otra bicicleta. Aquella luz se mantenía a distancia y parecía perseguirle. Manuel comenzó a inquietarse. Anochecía y la tensión se apoderó de él. La luz comenzó a aproximarse adquiriendo una velocidad inusual, y ante su asombro y pavor, lo adelantó a una velocidad vertiginosa y ascendió hacia el cielo.
Pero lo que él ignoraba es que el destino le deparaba, treinta años después, un segundo encuentro.
Esta vez circulaba en coche por el mismo tramo de antaño y de nuevo aquella luz hizo acto de presencia. Manuel tuvo la sensación de que su automóvil perdía la energía, presa del miedo, aceleró consiguiendo dejarla atrás, era como él mismo dijo: como si le estuviera esperando.
A finales de octubre, un pastor de ovejas; Cristino Cuerda Felipe, sería el protagonista, o mejor expresado; víctima, de una experiencia con estas luces extrañas en una fría noche.
Cristino notó que el ganado se resistía a seguir avanzando temerosos de algo. Sin comprender muy bien la actitud de los animales, una luz pequeña de tono rojizo surgió espontáneamente a su paso. Se desplazaba sin hacer ruido a unos centímetros del suelo provocando la estampida de las ovejas.
Durante muchas noches observó esa extraña luz, la cual parecía estar realizando una especie de ritual, siempre salía del mismo sitio y desaparecía en la misma dirección.
Intrigado, una noche decidió acercarse a aquella luminaria. Cuando se encontraba a escasos metros de ella algo le sucedió. Su cuerpo dejó de responderle. No podía moverse del lugar pero era consciente de todo lo que sucedía a su alrededor.
Mientras se encontraba en esa situación observó que el rebaño estaba en el mismo estado que él. La luz flotaba a su alrededor y cambiaba constantemente de posición. Una vez que la luz desapareció todos recobraron su movilidad.
Hay registrado centenares de testimonios similares con la misteriosa luz como protagonista absoluta por toda la zona, sin embargo otras luces del mismo tipo se reparten por diferentes puntos de nuestra geografía, como por ejemplo: «Luz de Mafasca» en Fuerteventura, «La Luz de Alcolea» en Almería…
Las teorías son variadas. Desde el análisis científico se trata de un fenómeno natural asociado con las tormentas eléctricas, originando destellos luminosos a los que denominan rayos globulares.
Para los investigadores menos ortodoxos el comportamiento de esas luces no obedecen a ningún parámetro conocido y son consideradas: objetos volantes no identificados (OVNIS).
Hay quien conforme con la leyenda de la localidad, están convencidos de que son las almas de los difuntos, ya que el fenómeno es más frecuente entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre y se produce en la zona donde se halló un yacimiento funerario.
Y para añadir un dato que, posiblemente, nos invitará a reflexionar, una de las piezas encontradas en los yacimientos arqueológicos «El Timiaterio de la Quéjola» es una pieza única a nivel nacional e internacional, que esta datada en el siglo IV a.d.C., y que todos los que lo han visto, lo relacionan por su forma con la Luz del Pardal.
Estamos seguros que de producirse estos fenómenos en otros lugares del mundo, tendrían una trascendencia mayor, puesto que aquí se encuentra relegado a una difusión minoritaria debido a los prejuicios que causa los temas de esta naturaleza.
Obviamos que no hablamos de un fenómeno aislado o de un número escaso de testimonios, todo lo contrario, son centenares de testigos con sus correspondientes testimonios y que hasta las autoridades de la localidad han presenciado el fenómeno.
Sin embargo, y a pesar del silencio que se cierne en torno al fenómeno, los habitantes de la comarca continúan avistando esa Luz taciturna que se desplaza por todas las localidades albaceteñas y que parece no querer abandonar el lugar.
Quién sabe si tal vez no lo hace porque ese…es su hogar.
Sólo dos palabras…me encanta!!! Gracias Pedro!
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Gracias a ti compañera. Abracitos.
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