
Los Montes Urales son una de las cadenas montañosas más antiguas de la Tierra. Su proceso de formación y orogenia es producto de la colisión del borde este del supercontinente Euramérica con el continente de Kazajistania. Tienen una extensión de unos 2.500 km, desde el mar de Kara hasta la estepa kazaja al norte de la frontera de Kazajistán. Se le considera la frontera natural entre Europa y Asia.
En la noche del 2 de febrero de 1959, un grupo de nueve alpinistas rusos desaparecieron misteriosamente cerca de los Montes Urales. Cuando son localizados, lo que descubren, sigue siendo, cincuenta y cinco años después, un misterio.
El suceso del Paso de Dyatlov.
En enero de 1959, un grupo de diez alpinistas soviéticos, ocho hombres y dos mujeres, estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales (actualmente Universidad Técnica Estatal de los Urales de Ekaterimburgo) se reúnen para organizar una expedición a la cordillera montañosa de los Urales, con el objetivo de ascender el monte Otorten. El grupo unánimemente nombra como líder de la expedición a Igor Dayatlov, por su reconocida experiencia en montaña.
De izquierda a derecha:
Igor Dyatlov (Игорь Дятлов) de 23 años y líder del grupo. Estudiante del departamento de radio.
Liudmila Dubinina (Людмила Дубинина) 21 años. Estudiante de economía.
Aleksandr Kolevatov (Александр Колеватов) 25 años. Estudiante del departamento de geotecnia.
Alexander Zolotarev (Александр Золотарев) de 37 años. Guía.
Nicolas Thibeaux-Brignollel (Николай Тибо-Бриньоль) 24 años. Estudiante de la facultad de ingeniería.
Rustem Slobodin (Рустем Слободин) de 23 años. Estudiante de la facultad de ingeniería.
Yuri Doroshenko (Юрий Дорошенко) 21 años. Estudiante de economía.
Yuri Krivonischenko (Юрий Кривонищенко) de 24 años. Estudiante de la facultad de ingeniería.
Zinaida Kolmogorova (Зинаида Колмогорова), de 22 años. Estudiante del departamento de radio.
Yuri Yudin (Юрий Юдин). Estudiante.
La subida estaba considerada de categoría III, extremo peligro, a consecuencia del crudo invierno ruso que se encontraba en su apogeo como correspondía a la fecha actual. Todos ellos poseían experiencia sobrada en viajes de larga duración con esquí, así como en expediciones de montañas. Se trataba básicamente de un ejercicio de preparación para en el futuro organizar una expedición a las regiones árticas. Planificaron estar de vuelta aproximadamente sobre el 12 de febrero, comunicando mediante telegrama a la Universidad que habían retornado sin incidencias.
Siguiendo la ruta establecida, primero llegaron en tren a Ivdel (Ивдель), una ciudad de la provincia de Sverdlovsk Óblast, el 25 de enero tal y como habían previsto. La nieve cubría el paisaje provocando dificultades para el desplazamiento por carretera. Necesitaban continuar su itinerario por este medio para alcanzar Vizhai (Вижай). En la ciudad le comunicaron que era casi imposible realizar desplazamiento alguno por carretera. Buscaron por todas partes pero todo el servicio por carretera había sido cancelado. Y cuando estaban a punto de asumir el fracaso de su empresa, un camionero se ofreció a llevarlos.
Superando las dificultades que la situación climatológica les imponían, el conductor les transportó a su destino: Vizhai, una ciudad famosa por ser la zona de salida de la mayoría de las expediciones que se hacían a las montañas de Otorten. Considerada Vizhai como la ciudad del óblast más alta, se eleva a más de 1.100 metros del nivel del mar y era éste el último asentamiento habitado en el extremo norte.
Desde esta ciudad enviarían un telegrama a la Universidad, cuando regresaran de la expedición, para confirmar que todo habría salido según lo planeado.
Después del pertinente descanso en Vizhai, se despidieron de la civilización, reanudando su marcha a pie, el 27 de enero, hacia su objetivo: alcanzar el monte Otorten (Отортен). En el transcurso del recorrido, Yuri Yudin enferma y se ve obligado a regresar. Algo que desde luego afligió al grupo y al propio Yuri, todos estaban ilusionados de llegar unidos al objetivo propuesto, pero la enfermedad de Yuri alteraría ese propósito inicial. Igor comentó a Yuri al despedirse, que probablemente el clima empeoraría, y que debido a dicha circunstancia la fecha de regreso podría postergarse. Después de esta advertencia que su compañero le hizo, Yuri ante la imposibilidad de seguir el ritmo, se despidió de ellos contemplando por última vez a sus nueve compañeros partir.
El 31 de enero se internaron por los tramos de las zonas altas de los Urales, haciendo uso de su equipo de escalada para rebasar la zona hasta llegar a los valles, con la intención de reabastecerse de víveres. Todo se hizo según lo previsto y pasaron la noche sin dejar de observar las nubes amenazantes que eran empujadas por la fuerza del viento.
El 1 de febrero las condiciones climatológicas se volvieron adversas para el grupo, como ya había previsto Igor, las fuertes rachas de viento y nieve les obligaron a desviarse de su ruta y decidieron antes de que se hiciera de noche, acampar en la ladera de la montaña Kholat Syakhl y esperar a que la tormenta amainara para continuar con su rumbo.
Aquella advertencia que Igor hizo a su compañero Yuri, cuando se despidió de él en Vizhai, causó que, en un principio habiendo pasado la fecha prevista de su regreso, no se diera la voz de alarma y se interpretará el retraso como algo normal. El telegrama jamás se enviaría. Entonces familiares y amigos se prestaron a montar un grupo de rescate iniciando su búsqueda el día 20 de febrero. Posteriormente miembros del ejército se unirían a la búsqueda con efectivos a pie y dos helicópteros.
La búsqueda resultó infructuosa, la tormenta de nieve había cubierto cualquier rastro del grupo. Todo les era adverso pero no cejarían en su búsqueda. Los días pasaban y no descubrían nada que les pudiera orientar para localizar a los alpinistas. El desánimo comenzaba a extenderse sobre el grupo de rescate.
Hasta que el 26 de febrero divisaron restos de un campamento abandonado junto a la ladera del Monte Kholat Syakhl. Cuando llegaron, pudieron confirmar que se trataba del campamento que al parecer montaron para resguardarse de la tormenta.
Tras la inspección observaron que las tiendas de campañas presentaban rasgaduras desde el interior, como si algo les hubiera obligado a salir con urgencia. Sin embargo, la mayoría de las pertenencias, cámaras, objetos personales, etc., se encontraban en buen estado. Desde ellas se podían distinguir las huellas de los excursionistas que se internaban en un bosque próximo, en sentido contrario a la ruta marcada. Lo que resultaba desconcertante es que las huellas indicaban que algunos de ellos salieron descalzos y otros con un solo zapato, todo esto bajo temperaturas de 30º bajo cero aproximadamente. Siguiendo dicho rastro se adentraron en el bosque hasta desaparecer las huellas perdiendo nuevamente el rastro de los desaparecidos. Continuaron rastreando el bosque hasta encontrar los restos de una hoguera improvisada y junto a ella un cadáver descalzo ataviado solamente con ropa interior térmica, se trataba de Yuri Krivonischenko. Y a pocos metros de éste, el cuerpo de Yuri Doroshenko en ropa interior y sin aparentes signos de violencia externa.
Continuando el rastreo de la zona, en un claro de la arboleda, localizan tres cuerpos más sin vida. Son los de Rustem Slobodin, Zinaida Kolmogorova, Igor Dyatlov. Por la posición de los cadáveres y la dirección en la que yacían, aparentaban estar huyendo de algo o de alguien y quisieran llegar al campamento con la intención de protegerse.
Mientras continuaban la búsqueda del resto de los alpinistas, las autopsias practicadas en los primeros cadáveres no revelaban nada especial, no existían lesiones que fueran causante de sus muertes y la causa diagnosticada fue la de muerte por hipotermia.
Dos meses después son hallados el resto de los miembros: Nicolas Thibeaux-Brignollel, Liudmila Dubinina, Alexander Zolotarev y Aleksandr Kolevatov, sepultados bajo una capa de nieve de cuatro metros de espesor, junto a uno de los arroyos del barranco que discurren por el interior del bosque. Todos ellos estaban vestidos con el equipo intercambiado, como si al morir uno, el otro se apropiara de su equipo.
Cuando se les practica la autopsia a estos, encuentran que Nicolas presenta el cráneo destrozado interiormente, le faltaba la piel de la cara y los ojos, que al parecer habría sido seccionado. Alexander tenía varias costillas rotas, le faltaban dientes, y Liudmila presentaba también fracturas en las costillas y tenía el cuello roto, y su lengua…había sido arrancada. En la vestimenta de los cuerpos se pudieron detectar altos niveles de radiactividad.
Las investigaciones sobre el incidente se desarrollaron durante meses. Se conjeturo con la posibilidad de que la tribu que habitaba el lugar, los mansi, asesinaran a los alpinistas por haber profanado algún territorio sagrado para ellos. Pero no existían pruebas sustanciales, ni huellas y lo más importante, que ninguna de la ruta que los excursionistas efectuaron era zona sagrada para los mansi. Los forenses manifestaron que por las heridas internas encontradas en los últimos cuerpos, se debía descartar que fueran infligidas por un ser humano o un animal. Según este informe, eran similares a las que se ocasionan en un accidente automovilístico a velocidad extrema.

No tenían sospechosos, ni tampoco testigos y no tenían ninguna explicación racional del accidente. El gobierno cerro el caso bajo secreto de sumario en mayo de 1959, prohibiendo el acceso a la zona del incidente durante tres años consecutivos.
Al lugar del suceso se le dio el nombre del Paso de Dyatlov en memoria al líder Igor Dyatlov y a los compañeros de aquella malograda expedición.

La Fundación Dyatlov.
Familiares y amigos de los jóvenes fallecidos quedaron consternados. Como suele ocurrir en la mayoría de los casos en que la causa de la muerte no se determina. Consideraban que las investigaciones oficiales fueron insuficientes y muy limitadas, no aportando nada que esclareciera la causa de las muertes. Esto, sumado al secretismo oficial y el cierre del caso en tan breve tiempo, fue por lo que decidieron crear una organización con la finalidad de encontrar la verdad sobre el incidente: La Fundación Dyatlov.
Durante años, la fundación solicitó a las autoridades reabrir la investigación del caso. Había muchas incógnitas en el caso, como el estado físico que presentaban algunos de los cadáveres, el índice de radiactividad detectada, etc. Ante la negativa de estos, estuvieron trabajando arduamente con investigadores ajenos a los oficiales, estos consiguieron acceso a los archivos relacionados con el caso. Peritaron de nuevo la zona donde habían sido hallados, desarrollando un nuevo informe con las siguientes conclusiones:
Para ellos, en aquel lugar se vivieron situaciones de auténtico pánico. Las tiendas de campaña con las cremalleras cerradas pero rasgadas para salir por ellas indicaba que el grupo, por una causa aún desconocida, se vio obligado a abandonar desesperadamente el campamento durante la noche.
Tres de los componentes de la expedición fallecieron de hipotermia y los seis restantes de accidentes mortales.
No existían huellas de otras personas, aparte de las de ellos mismos. Así mismo, las huellas del campo mostraron que todos los miembros salieron por su propia voluntad a pie.
Precisaron que las víctimas habían muerto de 6 a 8 horas después de la última comida.
En la zona se registraron altos niveles de radiación. Algo que explicaría lo que los familiares manifestaron cuando tuvieron que reconocer los cadáveres. Según estos, los cuerpos mostraban un insólito tono marrón en la piel.
Cerca de la zona existía un gran complejo de experimentación de armas químicas, ya que gran parte de la zona era militar.
La conclusión final a raíz de sus propias investigaciones, era que pudieron ser víctimas de unas prácticas militares o de un accidente en el complejo químico y que, por desconocimiento y circunstancias meteorológicas adversas, se insertaron en la zona de pruebas produciéndose el fatal desenlace.

Como era de esperar, los militares negaron rotundamente que se hubieran realizado prácticas militares sobre la zona o que se hubiera producido accidente alguno en el complejo químico.
Surgieron otros testimonios de alpinistas que alegaron que esa misma noche, observaron extrañas luces de color anaranjado sobre el cielo y que se mantuvieron flotando sobre la zona del incidente. Esta teoría fue avalada por Lev Ivanov, un militar que realizó una investigación basada en dichos testimonios pero al parecer le obligaron a cerrar el caso y sus archivos fueron clasificados. El ministerio de defensa negó en todo momento que existiera algún tipo de avistamiento aquella noche sobre la zona, los radares no detectaron nada sospechoso. Y que dichas luces podrían haber sido causadas por la inestabilidad atmosférica. Y por supuesto que no guardaban relación con el caso.
También se expuso la teoría de la ingestión accidental de bayas alucinógenas o sustancias por el estilo, que podría ofrecer una explicación a lo acontecido.
El mito del abominable hombre de las nieves: «El Yeti«, un clásico en las montañas nevadas, no podía faltar.
Se especuló con la posibilidad de un alud.
Incluso se comenzó a sospechar de Yuri Yudin.
Conclusión
Actualmente, cincuenta y cinco años después, para la fundación y para gran parte de la opinión pública, el caso sigue abierto. Quedan muchos interrogantes sobre lo acaecido. Mucho secretismo y desinformación oficial. Muchas desviaciones de carácter paranormal intentando desvirtuar el caso. Lo que les ocurrió a aquellos nueve jóvenes la noche del 1 de febrero de 1959, continúa siendo un enigma encerrado en aquella ladera. Pero fuera por causa natural o por otro tipo de causa lo que les arrebató la vida, desde luego, no tuvo piedad alguna con ellos.
Es difícil discernir entre información veraz y fantástica, existen versiones de todo tipo y he tratado, según mi propio criterio, de aportar la que he considerado más fiable buscando entre las fuentes consultadas un denominador común de veracidad para describir los hechos principales sucedidos que originaron el incidente.
Ah! Para finalizar, se me olvidaba comentar un dato curioso, en la lengua local mansi, Ortoten significa «no vayas allí jamás» y montaña Jolat Siajl «montaña de la muerte«.