En la república de Malí, un país del África Occidental, situada en la frontera del Sahara con las sabanas y a una distancia de 1.500 kilómetros del Atlántico, habita el pueblo Dogon. Pegadas a las paredes del acantilado de Bandiagara se extienden unas construcciones de barro con techo de paja, algunas a 200 metros del suelo, allí, vive la tribu Dogon. Hace más de medio siglo que, debido a su carácter pacífico, erigieron las casas en zonas abruptas como estos acantilados, para protegerse de los ataques de otras tribus. El origen exacto de los dogones es impreciso. Algunos estudios afirman que descienden de los egipcios.
Ubicación del pueblo Dogon.
El pueblo Dogon, por norma general, no acepta a los extranjeros, hecho que no impide que sean frecuentemente visitados en la actualidad, ya que no son agresivos con la presencia foránea pero si desconfiados con estos. Para ellos, la vida es algo sagrado, concepción que les hace poseer una actitud pacífica y respetuosa entre ellos y con los forasteros.
Poblado Dogon.
Los dogones son objeto de visitas constantes por parte de investigadores y turistas del mundo entero. Todo ello es debido a sus enrevesadas creencias, mitología y cosmogonía. Pero principalmente a un hombre; Marcel Griaule, quien hace ahora ochenta años, se interesara por un extraño poblado ubicado en los acantilados de Bandiagara y llegara a la conclusión de que la tribu Dogon era muy distinta de otras tribus africanas.
EL Comienzo.
Marcel Griaule
Entre 1928 y 1933, el etnólogo Marcel Griaule (1898-1956), participó en dos grandes expediciones; una a Etiopía y otra a Dakar, itinerario que cruza África. Es en esta segunda expedición donde. por primera vez, se encuentra con el pueblo Dogon. El contacto con la tribu, deja fascinado a Griaule.
Entusiasmado por su experiencia con los dogones, organiza una nueva expedición, para profundizar en el estudio etnográfico, esta vez con una colega, la antropóloga francesa Germain Dieterlen (1903-1999).
Germaine Dieterlen
Ambos, se destacarían en vida por una extensa investigación que realizaron de la tribu Dogon. Algo que, desde luego, no fue una labor fácil. El propio Marcel Griaule, declaró que le costó cerca de 15 años obtener la confianza del jefe de la tribu Dogon. Griaule y Dieterlen, mantuvieron conversaciones durante treinta y tres día consecutivos con un hogón, así denominan los Dogones a los chamanes, llamado: Ogotemeli.
Hogon
Este hogón, le transmitió sus conocimientos, a través de sus leyendas, sobre la clasificación de las plantas y la cosmogonía. Según Dieterlen, había realizado una descripción de la luna como algo seco y estéril. Comentó que Júpiter, poseía cuatro satélites. Contenían datos científicos, exactos y detallados del sistema solar, todos ellos recogidos en su mitología. Datos imposibles de obtener por ellos mismos y sin explicación racional alguna, puesto que el contacto con el exterior era prácticamente inexistente, de cómo obtuvieron dichos conocimientos. En el ámbito místico, sus creencias, comparten muchas concomitancias con las bíblicas y mesopotámicas, algo que entusiasmó a los historiadores de las religiones tribales.
EL Mito.
Sirio
Pero lo más sorprendente de todo, y esto es lo que constituye el denominado mito Dogon, fue que los Dogon conocían la existencia de Sirio B, una estrella imposible de distinguir a simple vista. Argumentaron que Sirio B, a la que le dan el nombre de «Po Tolo«, giraba alrededor de Sirio A «Sigui Tolo» en un plazo de unos cincuenta años, poseían dibujos donde describían la órbita de Sirio B (Po tolo), alrededor de Sirio A (Sigui tolo) y lo más extraordinario es que son exactamente idénticos a los del moderno diagrama astronómico. Aseveran que existe otra estrella que es cuatro veces mayor que «Po Tolo» a la que denominan: «Emme Ya» (Sirio C).
Subrayar que si es imposible vislumbrar a Sirio B, a simple vista, más improbable es lograr diferenciar una estrella de otra.
En la actualidad la existencia de la tercera estrella Sirio C (Emme Ya), es objeto de investigación y a pesar de los esfuerzos de los astrónomos nunca ha sido observada, por lo que no se puede afirmar su existencia.
Los Dogones afirman que todos sus conocimientos fueron obtenidos de unos seres procedentes del sistema estelar de Sirio. Estos seres, habitan en «Nyan Tolo«, satélite de «Emme Ya«, y son denominados «Nommos«. Según la tradición dogona, estos entes tienen una apariencia anfibia y llegaron en tiempos remotos descendiendo del cielo en un «arca voladora».
EL Ritual Sigui.
Cada cincuenta años, fieles con el ciclo orbital de Sirio B alrededor de Sirio A, los dogones celebran sus ceremonias de renovación, las cuales son conocidas como Fiestas Sigui, en honor a «Sigui tolo» (Sirio A). Elaboran complejas máscaras para el ritual celebrando la entrada de un nuevo ciclo.
Collage máscaras Dogon
Este ritual es tratado con el mayor de los respetos, pues, para ellos, este ciclo orbital deparara cambios trascendentales para la humanidad. El próximo ritual se producirá en el año 2027.
Vestuario.
Conclusión…
Desde luego, la exactitud de los datos que en aquellos años los dogones tenían de Sirio no deja de sorprender actualmente. Conocimientos estos que sustentaban una base científica real y que posteriormente han sido admitidos en cosmografía. Leyenda, mito o llámesele como quiera, la verdad es que los dogones eran poseedores de datos concluyentes sobre el sistema solar y Sirio. Era evidente que existió para ellos una fuente de información externa. Por sus propios medios era imposible obtener tan vasto conocimientos. Hallar la procedencia de esa información ha sido una constante entre los antropólogos y científicos, pues ahí radica gran parte del mito dogon.
Para una parte de los investigadores, los dogones, habían tenido contacto con los occidentales antes de la visita de Griaule, lo que originó un proceso de contaminación cultural debido estos visitantes. El astrónomo francés Henri A. Deslandres, al parecer, estuvo en territorio dogon, su objetivo era la observación de un eclipse solar en 1893. Deslandres pudo ser una parte de esa fuente informativa.
Carl Sagan señaló que los conocimientos del hogon Ogotemeli, reflejaban el mismo conocimiento occidental de la astronomía de 1932. Es decir, Ogotemeli no poseía ningún dato más avanzado. Incluso tenían los mismos errores de la astronomía occidental de la época.
Para estos investigadores, fueron los terrestres los que comunicaron los conocimientos astronómicos a Ogotemeli y éste a su vez a su tribu.
Como casi siempre en estos casos y para finalizar, decir que no existe nada concluyente, pero de lo que no existe duda alguna es de que el mito dogon está presente en aquellas distantes tierras y constituye para ellos un dogma que vinculan su forma de vida.
Cierro este artículo con la descripción que el explorador y periodista W. B. Seabrook, realizó del descubrimiento, en los años treinta, del pueblo Dogon:
«Desde el borde del precipicio se divisaba un paisaje semejante al decorado irregular, a la par que espléndido, erigido por gigantes que hubieran soñado con el gabinete del doctor Caligari, las pinturas de Picasso y las murallas de Carcasona, y lo hubieran juntado todo en un lugar secreto en las montañas del otro lado de la Luna«.
En el mes de junio de 2004, un hombre que paseaba plácidamente por la playa de San Sebastián de la Barceloneta (Barcelona), observa a una distancia aproximada de diez metros del agua, una bolsa deportiva de color verde con un lúgubre contenido en su interior: varias bolsas de plástico que envuelven cinco trozos de carne y que parecen ser humana.
Los Mossos d’Esquadra (la policía autonómica de Catalunya), alertados por el ciudadano se trasladan al lugar de los hechos. Efectivamente corroboran de que se tratan de fragmentos seccionados de un cuerpo humano.
Una vez realizadas las gestiones policiales oportunas y en la unidad correspondiente para ello, el cadáver es identificado. Se trata de María del Carmen Barranco Villafañe, de 64 años de edad, de origen Argentino y afincada establemente en la Ciudad Condal, en un apartamento del barrio de la Ribera. El asesinato era reciente, ya que no presentaba síntomas de descomposición. En los restos hallados, no se encontraban la cabeza, pies ni las vísceras de la mujer. Un dato más aterrador es que el cuerpo había sido despellejado completamente, antes de ser mutilado e introducido en las bolsas. Era evidente que, el homicida, estaba dotado de conocimientos de anatomía y cirugía.
En el transcurso de la investigación, averiguaron que uno de los cuchillos utilizados en el descuartizamiento, había sido sustraído en el mercado de la Barceloneta, un día antes de la aparición de la bolsa en la playa. Rastrearon el entorno social de María del Carmen, había compartido su apartamento con tres ciudadanos paquistaníes. Al parecer, uno de ellos, le convenció para que le vendiera un piso por un precio más económico del que estaba a la venta. También había heredado unas tierras en Almería, ya que tenía ascendencia andaluza. Nada parece tener transcendencia para el caso.
Pero sucede de nuevo, y es en la misma playa de San Sebastián de Barcelona, 13 meses después, cuando son localizadas, enterradas en la arena y en tres bolsas negras de basura, a unos 300 metros de donde se habían localizado los primeros restos, las partes que faltaban del cadáver de Mª Carmen Barranco. Apareciendo la cabeza, el tórax, las vísceras y las dos piernas de rodillas para abajo, incluidos los pies. Para sorpresa de la Unidad Científica y expertos en homicidios, salvo las vísceras, los restos estaban en buen estado de conservación y también habían sido totalmente despellejados. La respuesta posible a ello, era que el asesino introdujo los restos en un congelador durante esos 13 meses. ¿Pero con qué objetivo? y ¿por qué despellejar el cadáver? ¿tal vez para eliminar algún tipo de tatuaje que la víctima tenía oculto, dificultando de esta forma la investigación policial?
Una amiga de la víctima, comentó a la policía, que Mª Carmen le confesó, que temía por su vida a raíz de la herencia recibida. Debido a que uno de los que compartían su apartamento con ella, el mismo que la convenció para obtener un piso a bajo precio, la presionaba para comprarle unas tierras heredadas.
La Policía, detiene a estos tres ciudadanos paquistaníes, como presuntos sospechosos. Pero tras pasar tres meses en prisión provisional, y dando negativo el ADN hallado bajo las uñas de la víctima, son puestos en libertad. No se pudo confirmar la supuesta relación con el asesinato.
Con esto, se agotaba la única línea de investigación que disponía la Policía para tratar de resolver el crimen, por lo que hasta la fecha actual, no han surgido ningún dato ni pista alguna que pueda servir como hilo conductor y esclarecer el asesinato para identificar al culpable de tan espantoso crimen.
Por segundo año consecutivo, inicio un especial para todos los amantes del misterio, aprovechando estas fechas tan señaladas para ello, donde os daré a conocer casos que, actualmente, siguen sin resolverse. Estáis invitados a leer estos casos y también a oír unas narraciones de autores representativos del género del misterio y el terror. Elegir vuestro rincón favorito, bajar la intensidad de la luz, o mejor aún, encender una vela, y comencemos con el primer caso que fue denominado como:
EL CRIMEN DE MACASTRE
Macastre es un municipio de la Comunidad Valenciana (España) perteneciente a la provincia de Valencia. Situado entre las cuencas del río Buñol y del río Magro. Con una población de 1.208 habitantes y una densidad demográfica de 32,08 hab./km2. El nombre de la población proviene de la época romana del emperador Adriano (117-139 d.C.) Formado por la raíz romana «castra, castrorum» significando: campamento. El nombre parece ser la contracción de «Magna Castra» que podría traducirse como «gran campamento o campamento grande«. Esto es posible debido a algún tipo de asentamiento militar de las legiones romanas. (wikipedia).
Sucedió un 14 de enero de 1989, en la localidad valenciana de Macastre, hace ahora más de veinticinco años, un trágico suceso que sobrecogió a los vecinos del tranquilo pueblo.
Tres adolescentes: Rosario Isabel Sayete de 15 años, Francisco Valeriano Sánchez de 14 años y Pilar Ruiz Barriga de 15 años, decidieron organizar una excursión a Macastre. Una práctica tradicional por la zona. Pero en esta inocente acampada, los tres jóvenes, perderían sus vidas en extrañas circunstancias.
El cadáver de Rosario Isabel fue hallado el 19 de enero de 1989, en el interior de la caseta de un campesino de Macastre.
El 27 del mismo mes, la Policía localiza en un contenedor de la calle Alcácer de Valencia, un pie amputado que, presuntamente, no guardaría relación con la desaparición de los jóvenes.
El 8 de abril, un campesino, mientras buscaba espárragos cerca de la caseta donde fue hallada Rosario, descubrió el cuerpo sin vida de Francisco Valeriano en un avanzado estado de descomposición.
Los investigadores notificaron que ninguno de los dos cuerpos, mostraban signos de violencia, sin llegar a concluir las causas de la muerte. La Guardia Civil barajó la hipótesis de pudiera tratarse de una muerte accidental tras el consumo de sustancias estupefacientes. Esta tesis estaba influenciada porque al parecer en el barrio de Burjassot, estos jóvenes aprendieron a inhalar benzol, la llamada droga de los pobres en aquella época, y Francisco pasó un tiempo en un reformatorio. Estas declaraciones, en ningún momento, contribuyó a tranquilizar a los familiares ni a los habitantes de Macastre. Para las personas que vieron los cuerpos, su opinión era distinta, alguien asesinó a los jóvenes. Y de ser así, el homicida continuaba libre, y lo más inquietante era que Pilar Ruiz continuaba desaparecida.
La incertidumbre se adueñó de la vida del tranquilo pueblo de Macastre y sus alrededores, hasta que una llamada anónima a Protección Civil, a mediados del mes de mayo, denunció con nombre y apellidos al individuo que, presuntamente, arrojó el cadáver de una joven en una acequia de Turís. Inmediatamente detuvieron al sospechoso. El sospechoso fue interrogado, quedando libre por falta de pruebas.
Cuando la Guardia Civil se desplazó al lugar indicado por la llamada anónima, se encontraron con un escenario dantesco, un cadáver descuartizado, con el rostro desfigurado pero que podría pertenecer a la menor desaparecida, y al que le faltaba un pie y una mano.
El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, tras un minucioso estudio de los restos humanos, confirmo el trágico hallazgo de que el cuerpo, desdichadamente, pertenecía Pilar Ruiz, y que fue descuartizado con una sierra eléctrica. Rápidamente, la Guardia Civil, relacionó el hallazgo del pie amputado en Valencia. Comprobando posteriormente que era a ella a quien correspondía.
«Para mi familia, mi hermana está desaparecida, pero no muerta. El cuerpo de Pilar estaba irreconocible, y además tenía una cicatriz en la pierna que no vimos en el cadáver«, manifestó Felisa Ruiz al diario Las Provincias en 1997, cuando fue requerida para el reconocimiento del cuerpo.
Las hipótesis más aceptada fue que los tres jóvenes fueron asesinados. Según ésta, Rosario y Francisco, fueron obligados a consumir drogas hasta su muerte. Pilar, fue sometida violentamente y posteriormente descuartizada. Las razones, son una incógnita a día de hoy. El autor o autores del crimen continúan sin ser identificados.
Debido a la falta de medios económicos de los padres de las víctimas, nunca pudieron solicitar reiniciar la investigación, nuevas autopsias, pruebas de ADN.
Pero tres años después, a tan solo una hora del lugar donde murieron los jóvenes del caso Macastre, se produce un terrible crimen conocido como el caso Alcàsser. Las similitudes entre los crímenes son evidentes. Se barajó la posibilidad de que los dos responsables del asesinato de las niñas de Alcàsser, estuvieran relacionados con el homicidio del caso Macastre. Pero no hubo forma de probarlo.
Sin embargo, a pesar de que la misma Guardia Civil admite que se trata de una «zona sensible» a la aparición de cadáveres, descarta la existencia de algún tipo de cacería humana o de que un psicópata que merodee la zona, sea el autor de los cuerpos que en los últimos 20 años han aparecido por la misma.
Desdichadamente, para los familiares y amigos, nada ha podido demostrarse y con ello, la angustia de estos, nunca ha sido aliviada, solo les ha quedado la resignación por las pérdidas de sus seres queridos.
Los Montes Urales son una de las cadenas montañosas más antiguas de la Tierra. Su proceso de formación y orogenia es producto de la colisión del borde este del supercontinente Euramérica con el continente de Kazajistania. Tienen una extensión de unos 2.500 km, desde el mar de Kara hasta la estepa kazaja al norte de la frontera de Kazajistán. Se le considera la frontera natural entre Europa y Asia.
En la noche del 2 de febrero de 1959, un grupo de nueve alpinistas rusos desaparecieron misteriosamente cerca de los Montes Urales. Cuando son localizados, lo que descubren, sigue siendo, cincuenta y cinco años después, un misterio.
El suceso del Paso de Dyatlov.
En enero de 1959, un grupo de diez alpinistas soviéticos, ocho hombres y dos mujeres, estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales (actualmente Universidad Técnica Estatal de los Urales de Ekaterimburgo) se reúnen para organizar una expedición a la cordillera montañosa de los Urales, con el objetivo de ascender el monte Otorten. El grupo unánimemente nombra como líder de la expedición a Igor Dayatlov, por su reconocida experiencia en montaña.
De izquierda a derecha:
Igor Dyatlov (Игорь Дятлов) de 23 años y líder del grupo. Estudiante del departamento de radio.
Liudmila Dubinina (Людмила Дубинина) 21 años. Estudiante de economía.
Aleksandr Kolevatov (Александр Колеватов) 25 años. Estudiante del departamento de geotecnia.
Alexander Zolotarev (Александр Золотарев) de 37 años. Guía.
Nicolas Thibeaux-Brignollel (Николай Тибо-Бриньоль) 24 años. Estudiante de la facultad de ingeniería.
Rustem Slobodin (Рустем Слободин) de 23 años. Estudiante de la facultad de ingeniería.
Yuri Doroshenko (Юрий Дорошенко) 21 años. Estudiante de economía.
Yuri Krivonischenko (Юрий Кривонищенко) de 24 años. Estudiante de la facultad de ingeniería.
Zinaida Kolmogorova (Зинаида Колмогорова), de 22 años. Estudiante del departamento de radio.
Yuri Yudin (Юрий Юдин). Estudiante.
La subida estaba considerada de categoría III, extremo peligro, a consecuencia del crudo invierno ruso que se encontraba en su apogeo como correspondía a la fecha actual. Todos ellos poseían experiencia sobrada en viajes de larga duración con esquí, así como en expediciones de montañas. Se trataba básicamente de un ejercicio de preparación para en el futuro organizar una expedición a las regiones árticas. Planificaron estar de vuelta aproximadamente sobre el 12 de febrero, comunicando mediante telegrama a la Universidad que habían retornado sin incidencias.
Siguiendo la ruta establecida, primero llegaron en tren a Ivdel (Ивдель), una ciudad de la provincia de Sverdlovsk Óblast, el 25 de enero tal y como habían previsto. La nieve cubría el paisaje provocando dificultades para el desplazamiento por carretera. Necesitaban continuar su itinerario por este medio para alcanzar Vizhai (Вижай). En la ciudad le comunicaron que era casi imposible realizar desplazamiento alguno por carretera. Buscaron por todas partes pero todo el servicio por carretera había sido cancelado. Y cuando estaban a punto de asumir el fracaso de su empresa, un camionero se ofreció a llevarlos.
Superando las dificultades que la situación climatológica les imponían, el conductor les transportó a su destino: Vizhai, una ciudad famosa por ser la zona de salida de la mayoría de las expediciones que se hacían a las montañas de Otorten. Considerada Vizhai como la ciudad del óblast más alta, se eleva a más de 1.100 metros del nivel del mar y era éste el último asentamiento habitado en el extremo norte.
Desde esta ciudad enviarían un telegrama a la Universidad, cuando regresaran de la expedición, para confirmar que todo habría salido según lo planeado.
Después del pertinente descanso en Vizhai, se despidieron de la civilización, reanudando su marcha a pie, el 27 de enero, hacia su objetivo: alcanzar el monte Otorten (Отортен). En el transcurso del recorrido, Yuri Yudin enferma y se ve obligado a regresar. Algo que desde luego afligió al grupo y al propio Yuri, todos estaban ilusionados de llegar unidos al objetivo propuesto, pero la enfermedad de Yuri alteraría ese propósito inicial. Igor comentó a Yuri al despedirse, que probablemente el clima empeoraría, y que debido a dicha circunstancia la fecha de regreso podría postergarse. Después de esta advertencia que su compañero le hizo, Yuri ante la imposibilidad de seguir el ritmo, se despidió de ellos contemplando por última vez a sus nueve compañeros partir.
El 31 de enero se internaron por los tramos de las zonas altas de los Urales, haciendo uso de su equipo de escalada para rebasar la zona hasta llegar a los valles, con la intención de reabastecerse de víveres. Todo se hizo según lo previsto y pasaron la noche sin dejar de observar las nubes amenazantes que eran empujadas por la fuerza del viento.
El 1 de febrero las condiciones climatológicas se volvieron adversas para el grupo, como ya había previsto Igor, las fuertes rachas de viento y nieve les obligaron a desviarse de su ruta y decidieron antes de que se hiciera de noche, acampar en la ladera de la montaña Kholat Syakhl y esperar a que la tormenta amainara para continuar con su rumbo.
Aquella advertencia que Igor hizo a su compañero Yuri, cuando se despidió de él en Vizhai, causó que, en un principio habiendo pasado la fecha prevista de su regreso, no se diera la voz de alarma y se interpretará el retraso como algo normal. El telegrama jamás se enviaría. Entonces familiares y amigos se prestaron a montar un grupo de rescate iniciando su búsqueda el día 20 de febrero. Posteriormente miembros del ejército se unirían a la búsqueda con efectivos a pie y dos helicópteros.
La búsqueda resultó infructuosa, la tormenta de nieve había cubierto cualquier rastro del grupo. Todo les era adverso pero no cejarían en su búsqueda. Los días pasaban y no descubrían nada que les pudiera orientar para localizar a los alpinistas. El desánimo comenzaba a extenderse sobre el grupo de rescate.
Hasta que el 26 de febrero divisaron restos de un campamento abandonado junto a la ladera del Monte Kholat Syakhl. Cuando llegaron, pudieron confirmar que se trataba del campamento que al parecer montaron para resguardarse de la tormenta.
Tras la inspección observaron que las tiendas de campañas presentaban rasgaduras desde el interior, como si algo les hubiera obligado a salir con urgencia. Sin embargo, la mayoría de las pertenencias, cámaras, objetos personales, etc., se encontraban en buen estado. Desde ellas se podían distinguir las huellas de los excursionistas que se internaban en un bosque próximo, en sentido contrario a la ruta marcada. Lo que resultaba desconcertante es que las huellas indicaban que algunos de ellos salieron descalzos y otros con un solo zapato, todo esto bajo temperaturas de 30º bajo cero aproximadamente. Siguiendo dicho rastro se adentraron en el bosque hasta desaparecer las huellas perdiendo nuevamente el rastro de los desaparecidos. Continuaron rastreando el bosque hasta encontrar los restos de una hoguera improvisada y junto a ella un cadáver descalzo ataviado solamente con ropa interior térmica, se trataba de Yuri Krivonischenko. Y a pocos metros de éste, el cuerpo de Yuri Doroshenko en ropa interior y sin aparentes signos de violencia externa.
Continuando el rastreo de la zona, en un claro de la arboleda, localizan tres cuerpos más sin vida. Son los de Rustem Slobodin, Zinaida Kolmogorova, Igor Dyatlov. Por la posición de los cadáveres y la dirección en la que yacían, aparentaban estar huyendo de algo o de alguien y quisieran llegar al campamento con la intención de protegerse.
Mientras continuaban la búsqueda del resto de los alpinistas, las autopsias practicadas en los primeros cadáveres no revelaban nada especial, no existían lesiones que fueran causante de sus muertes y la causa diagnosticada fue la de muerte por hipotermia.
Dos meses después son hallados el resto de los miembros: Nicolas Thibeaux-Brignollel, Liudmila Dubinina, Alexander Zolotarev y Aleksandr Kolevatov, sepultados bajo una capa de nieve de cuatro metros de espesor, junto a uno de los arroyos del barranco que discurren por el interior del bosque. Todos ellos estaban vestidos con el equipo intercambiado, como si al morir uno, el otro se apropiara de su equipo.
Cuando se les practica la autopsia a estos, encuentran que Nicolas presenta el cráneo destrozado interiormente, le faltaba la piel de la cara y los ojos, que al parecer habría sido seccionado. Alexander tenía varias costillas rotas, le faltaban dientes, y Liudmila presentaba también fracturas en las costillas y tenía el cuello roto, y su lengua…había sido arrancada. En la vestimenta de los cuerpos se pudieron detectar altos niveles de radiactividad.
Las investigaciones sobre el incidente se desarrollaron durante meses. Se conjeturo con la posibilidad de que la tribu que habitaba el lugar, los mansi, asesinaran a los alpinistas por haber profanado algún territorio sagrado para ellos. Pero no existían pruebas sustanciales, ni huellas y lo más importante, que ninguna de la ruta que los excursionistas efectuaron era zona sagrada para los mansi. Los forenses manifestaron que por las heridas internas encontradas en los últimos cuerpos, se debía descartar que fueran infligidas por un ser humano o un animal. Según este informe, eran similares a las que se ocasionan en un accidente automovilístico a velocidad extrema.
etnia mansi
No tenían sospechosos, ni tampoco testigos y no tenían ninguna explicación racional del accidente. El gobierno cerro el caso bajo secreto de sumario en mayo de 1959, prohibiendo el acceso a la zona del incidente durante tres años consecutivos.
Al lugar del suceso se le dio el nombre del Paso de Dyatlov en memoria al líder Igor Dyatlov y a los compañeros de aquella malograda expedición.
Paso Dyatlov
La Fundación Dyatlov.
Familiares y amigos de los jóvenes fallecidos quedaron consternados. Como suele ocurrir en la mayoría de los casos en que la causa de la muerte no se determina. Consideraban que las investigaciones oficiales fueron insuficientes y muy limitadas, no aportando nada que esclareciera la causa de las muertes. Esto, sumado al secretismo oficial y el cierre del caso en tan breve tiempo, fue por lo que decidieron crear una organización con la finalidad de encontrar la verdad sobre el incidente: La Fundación Dyatlov.
Durante años, la fundación solicitó a las autoridades reabrir la investigación del caso. Había muchas incógnitas en el caso, como el estado físico que presentaban algunos de los cadáveres, el índice de radiactividad detectada, etc. Ante la negativa de estos, estuvieron trabajando arduamente con investigadores ajenos a los oficiales, estos consiguieron acceso a los archivos relacionados con el caso. Peritaron de nuevo la zona donde habían sido hallados, desarrollando un nuevo informe con las siguientes conclusiones:
Para ellos, en aquel lugar se vivieron situaciones de auténtico pánico. Las tiendas de campaña con las cremalleras cerradas pero rasgadas para salir por ellas indicaba que el grupo, por una causa aún desconocida, se vio obligado a abandonar desesperadamente el campamento durante la noche.
Tres de los componentes de la expedición fallecieron de hipotermia y los seis restantes de accidentes mortales.
No existían huellas de otras personas, aparte de las de ellos mismos. Así mismo, las huellas del campo mostraron que todos los miembros salieron por su propia voluntad a pie.
Precisaron que las víctimas habían muerto de 6 a 8 horas después de la última comida.
En la zona se registraron altos niveles de radiación. Algo que explicaría lo que los familiares manifestaron cuando tuvieron que reconocer los cadáveres. Según estos, los cuerpos mostraban un insólito tono marrón en la piel.
Cerca de la zona existía un gran complejo de experimentación de armas químicas, ya que gran parte de la zona era militar.
La conclusión final a raíz de sus propias investigaciones, era que pudieron ser víctimas de unas prácticas militares o de un accidente en el complejo químico y que, por desconocimiento y circunstancias meteorológicas adversas, se insertaron en la zona de pruebas produciéndose el fatal desenlace.
Sverdlovsk (Russia)
Como era de esperar, los militares negaron rotundamente que se hubieran realizado prácticas militares sobre la zona o que se hubiera producido accidente alguno en el complejo químico.
Surgieron otros testimonios de alpinistas que alegaron que esa misma noche, observaron extrañas luces de color anaranjado sobre el cielo y que se mantuvieron flotando sobre la zona del incidente. Esta teoría fue avalada por Lev Ivanov, un militar que realizó una investigación basada en dichos testimonios pero al parecer le obligaron a cerrar el caso y sus archivos fueron clasificados. El ministerio de defensa negó en todo momento que existiera algún tipo de avistamiento aquella noche sobre la zona, los radares no detectaron nada sospechoso. Y que dichas luces podrían haber sido causadas por la inestabilidad atmosférica. Y por supuesto que no guardaban relación con el caso.
También se expuso la teoría de la ingestión accidental de bayas alucinógenas o sustancias por el estilo, que podría ofrecer una explicación a lo acontecido.
El mito del abominable hombre de las nieves: «El Yeti«, un clásico en las montañas nevadas, no podía faltar.
Se especuló con la posibilidad de un alud.
Incluso se comenzó a sospechar de Yuri Yudin.
Conclusión
Actualmente, cincuenta y cinco años después, para la fundación y para gran parte de la opinión pública, el caso sigue abierto. Quedan muchos interrogantes sobre lo acaecido. Mucho secretismo y desinformación oficial. Muchas desviaciones de carácter paranormal intentando desvirtuar el caso. Lo que les ocurrió a aquellos nueve jóvenes la noche del 1 de febrero de 1959, continúa siendo un enigma encerrado en aquella ladera. Pero fuera por causa natural o por otro tipo de causa lo que les arrebató la vida, desde luego, no tuvo piedad alguna con ellos.
Es difícil discernir entre información veraz y fantástica, existen versiones de todo tipo y he tratado, según mi propio criterio, de aportar la que he considerado más fiable buscando entre las fuentes consultadas un denominador común de veracidad para describir los hechos principales sucedidos que originaron el incidente.
Ah! Para finalizar, se me olvidaba comentar un dato curioso, en la lengua local mansi, Ortoten significa «no vayas allí jamás» y montaña Jolat Siajl «montaña de la muerte«.